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Primarias

El PSOE acaba de celebrar elecciones primarias para elegir sus candidatos en algunas comunidades autónomas y Ayuntamientos. Las más conocidas por su importancia y por el morbo suscitado han sido las de Madrid, donde se han confrontado Tomás Gómez, secretario general del PSM con Trinidad Jiménez, ministra de Sanidad en el Gobierno de España y apoyada por un sector importante de la ejecutiva federal y del Gobierno, incluido el propio Zapatero. Con estos mimbres, ganase quien ganase, las consecuencias para el PSOE no serían buenas. Si ganaba Trinidad Jiménez, la crisis en el seno del PSM estaba servida, pues ¿cómo se puede ser secretario general de un partido sin gozar de la confianza mayoritaria de los afiliados? Por el contrario, si ganaba Tomás Gómez, el secretario general y la comisión ejecutiva federal quedarían desautorizados, como así ha sido.

A mí me gusta el sistema de primarias como procedimiento de selección de candidatos, pero mantengo serias dudas sobre su aplicación en el actual contexto español. No comparto el criterio de los que dicen que la celebración de primarias favorece al partido que las realiza, porque hay una mayor movilización de sus afiliados y visibilidad de sus candidatos, que es cierto, pero también proyectan la división, nutren de argumentos a los adversarios y generan contradicciones internas, expresadas en forma de choque de legitimidades, de difícil solución.

Las primarias, en cambio, son el método genuino de selección de candidatos en el sistema político norteamericano. Sistema político que se basa en un sistema electoral mayoritario en listas uninominales, con unos partidos con estructuras débiles. No existen aparatos en los partidos que merezcan tal nombre, allí los candidatos construyen sus propias oficinas de campaña, obtienen su financiación y una vez elegidos, crean sus propias oficinas de representación. Las primarias son el método de selección de candidatos de todos los partidos que compiten por el poder, se celebran simultáneamente y los que participan en la selección de los candidatos no son los afiliados sino los electores, lo que posibilita un debate político sobre propuestas. No se produce choque de legitimidades porque en este caso la legitimidad es exclusivamente electoral.

Esto cambia en España, Los partidos tienen estructuras fuertes, rígidos aparatos, elaboran el programa electoral, gestionan la financiación, dirigen la campaña electoral y seleccionan los candidatos. Las direcciones de los partidos están dotadas de legitimidad al ser elegidas por sus congresos y tienen el poder de la organización. Además, en nuestro sistema de primarias solo votan los afiliados en un contexto de baja afiliación. Por ejemplo, en Madrid, en torno a 18.000 afiliados se han arrogado la representación de más de 1.000.000 de votantes que tuvo el PSOE en las últimas elecciones autonómicas y casi 1.500.000 en las últimas generales.

Todo esto tiene consecuencias negativas, desde mi punto de vista, por dos razones.

La primera tiene que ver con el debate político. Como no pueden discutir sobre programas, pues este es del partido, el debate es orgánico: candidato de las bases versus candidata del aparato, candidata con padrino candidato sin padrino, hecho a sí mismo, etcétera, o sobre expectativas, que si Trinidad tiene más posibilidades de ganar que Tomás, entregando a las encuestas la capacidad de seleccionar a los candidatos, y olvidando que la realidad política no es estática sino dinámica y se modifica por la acción de los actores, como muy bien escribió en este diario José Andrés Torres Mora.

La segunda es que este tipo de debate conduce inexorablemente a una lucha por el poder de la organización y genera divisiones difíciles de zanjar en el corto plazo, además de ofrecer argumentos valiosos al adversario, máxime cuando este adversario no se somete a la misma prueba, obteniendo una situación de ventaja en las elecciones. Por eso, Mariano Rajoy preguntado sobre el resultado de las primarias en Madrid ha dicho "nosotros a lo nuestro".

Además, en la cultura política de los partidos españoles (con la excepción del PNV) no hay sitio para bicefalias y el choque de legitimidades, la orgánica, derivada de un congreso del partido y la electoral derivada de la elección directa de los afiliados (o de los electores) es difícil de gestionar y lo natural es que coincidan o gane esta última.

Dicho esto, ¿son posibles las primarias en España? En mi opinión, si desarrollamos el artículo 6 de la Constitución, que establece que la estructura de los partidos ha de ser democrática, estableciendo las primarias como método general de selección de candidatos para todos los partidos, con convocatoria simultánea para cada proceso electoral, abierta la elección al electorado mediante inscripción previa y eliminando el bloqueo de las listas electorales. Obviamente, esto tendría consecuencias sobre las estructuras partidarias, debilitaría la fuerza de los aparatos, los haría más flexibles y los candidatos más pendientes de los intereses de sus electores.

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