"La imagen de la princesa de Éboli ha llegado a nosotros deformada"
La agenda de Belén Rueda (Madrid, 1965), una de las actrices más versátiles y con más proyección, echa humo. Los ojos de Julia, un thriller de terror, producido por Guillermo del Toro (El laberinto del fauno), abrió el jueves pasado el Festival Internacional de Sitges y está a punto de viajar a Pamplona para empezar el rodaje de No tengas miedo, una película sobre abusos infantiles, a las órdenes de Montxo Armendáriz. Entre medias ha tenido tiempo para protagonizar La princesa de Éboli, una miniserie para Antena 3 que recrea la figura de Ana Mendoza de la Cerda, que tras dar a luz a 10 hijos y enviudar, vivió una apasionada historia de amor con Antonio Pérez (Hugo Silva), secretario de Felipe II (Eduard Fernández).
Pregunta. Desde Los Serrano no se asomaba por la pequeña pantalla, ¿qué le atrajo de La princesa de Éboli?
Respuesta. Me atraía interpretar a un personaje muy especial en una época, el siglo XVI, muy complicada para las mujeres, y ella se adelantó claramente a su tiempo. Entonces, a las mujeres influyentes de la Corte no las dejaban opinar sobre política o literatura, y si lo hacían era de una forma muy soterrada. Lo que hemos pretendido aquí ha sido hacer cercanos a los personajes. Su día a día estaba lleno de alegrías, tristezas, felicidad, amor o desamor, igual que ocurre ahora. Vaivenes vitales, que no se estudian en los libros.
P. ¿Para recrear su papel leyó antes libros y vio películas sobre el personaje o prefirió ir con la página en blanco?
R. No, no se puede ir virgen a un personaje histórico. Para los actores es muy importante sentir curiosidad, y yo la tuve con esta mujer que se relacionó con figuras como Felipe II o Antonio Pérez, que tuvieron mucho que ver con el destino del Imperio.
P. A la princesa de Éboli le persigue una leyenda negra de aristócrata intrigante y casquivana. ¿Qué opina usted?
R. Yo creo que, sobre todo, fue una mujer de ideas propias, luchadora e independiente en un momento en que eso era casi un delito. La imagen de la princesa de Éboli ha llegado a nosotros deformada. La miniserie retrata a una mujer que se casó con 13 años y tuvo un matrimonio de lo más normal. Según los escribas, fue fiel y dedicada a sus hijos, y a quien ser tuerta no le mermó atractivo, al revés, le proporcionó misterio. Felipe II y ella mantuvieron una relación muy especial. El Rey no consentía que nadie se inmiscuyera demasiado en sus asuntos, sin embargo, Ana Mendoza era una de las pocas personas a la que permitió ciertas licencias. Estuvo encerrada 10 años y nunca fue juzgada. ¿Por qué? Probablemente por cuestiones personales, más que por asuntos de Estado.
P. ¿A qué cree que se debe ese afán historicista por parte de las cadenas?
R. Creo que se ha abierto ahí una vía maravillosa. Cuando funciona una serie de determinadas características existe cierta inercia a hacer lo mismo; y si antes no se había explotado ese filón es porque quizá parecía que al público no le interesaba y resulta que es más inteligente de lo que se piensa. Lo que hay que hacer es humanizar las historias y hacerlas atractivas para el espectador, que con ellas aprende o recuerda hechos muy decisivos e importantes que sucedieron muchos años atrás.
P. ¿Ahora se embarcaría en una serie de larga duración como Los Serrano o Periodistas?
R. Si es un proyecto que me interesa, voy de cabeza. En los últimos años me he dedicado más al cine y al teatro, por eso parece que no quería volver a la televisión, pero no es así, me gusta mucho. Y a veces me han ofrecido cosas pero coincidían con otros trabajos.
P. ¿Qué pasa con su último proyecto, Soldados del desierto, serie sobre el ejército español en Afganistán?
R. ¿Qué pasa? Eso me pregunto yo.
P. ¿Quiere decir que ninguna televisión quiere arriesgarse con una serie protagonizada por una gran actriz, con un sobresaliente tirón mediático?
R. Soldados es un proyecto más costoso de lo normal, y ahora las cadenas no lo están pasando muy bien, hay mucha competencia... Y yo mantengo que, aunque tengas tirón, detrás tiene que haber un guión, un director, un reparto y una producción en condiciones.
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