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Entrevista:DESAYUNO CON... ROBERT BADINTER

"La edad no excluye la pasión"

Toca el piano mientras aguarda. Silueta esbelta, dedos ágiles, sonidos armónicos. Robert Badinter (París, 1928) comienza otro de sus días llenos. Se constituye la Comisión Internacional Contra la Pena de Muerte, un grupo de notables alentado por Zapatero que incluye a este ministro de Justicia de François Mitterrand (1981-86). Tiene experiencia: bajo su mandato acabó la guillotina.

"Es que solo soy un aficionado", responde al fotógrafo que le pide seguir al piano. Al recordarle que las fotos no suenan, accede. Sobre la mesa del salón está listo un desayuno copioso. Badinter pregunta con voz firme si hay yogur natural. El camarero enguantado lo trae rápido, pero él ya se ha lanzado a contar iniciativas: a este hombre le interesa más el futuro que el pasado, aunque sea tan intenso como el suyo.

El ex ministro que abolió la guillotina en Francia también está contra los toros

La nostalgia solo asoma en el jurista al hablar del amigo que fue presidente de Francia. "Teníamos una pasión común por los lugares donde escribían los escritores, así que íbamos los sábados a las casas de Montesquieu, Victor Hugo, Montaigne... Y de paso, a ver iglesias. Mitterrand tenía una pasión, que no comparto, por los cementerios, y empezaba 'mira, qué bonita tumba, era de un viejo arzobispo...", relata imitando la voz. "Yo le decía, 'venga, que ya he visto tres'. Le echo mucho de menos, porque nos divertíamos tanto... Parece absurdo... Incluso en el Elíseo. La política no es siempre triste. Eso es un error. Sobre todo, cuando se tiene mucho humor, que era el caso del señor Mitterrand".

El ex ministro lanza su artillería contra la pena de muerte con el mismo vigor con que unta de mermelada la tostada. "La abolición universal está a nuestro alcance", asegura, "de los 198 Estados de Naciones Unidas, 138 son abolicionistas legalmente o por la vía de los hechos". "El cambio de valores es tan fuerte en el plano internacional que es un movimiento irresistible". Confía en que incluso EE UU entre en vereda, quizá de la mano de un error judicial sonado. "Más que optimista, soy lúcido", remata. ¿Llegará a ver un mundo sin pena capital? "No lo imagino ni por un segundo: tengo 82 años. Pero usted sí lo verá", sentencia.

¿Por qué trabajar aún? "¿Cómo podría pararme cuando hay causas que defender? Sería inimaginable, una deserción". En pleno ardor, Badinter se confunde y mezcla el café y el té. Pide que le cambien la taza y continúa: "La edad no excluye la pasión. Hay causas por las que pelearé mientras tenga aliento, como la abolición de la pena de muerte, las condiciones de los presos o la lucha contra los crímenes contra la humanidad". El planteamiento de este devoto de Goya alcanza a las corridas: "Es difícilmente compatible ser aficionado a los toros y ser abolicionista".

Acabar con la guillotina en contra de la opinión pública dominante le acarreó "el honor de ser el ministro más impopular de Francia". "Cuando entraba en un restaurante con Elisabeth [su esposa, famosa feminista con la que comparte luchas] era insoportable. Siempre alguien gritaba 'los asesinos están fuera", relata imitando al vociferador. "Ahora, los franceses están contra el restablecimiento de la pena capital y yo me he convertido en un viejo señor del que alguien dirá 'anda, es el señor Badinter' cuando paso por la calle". Un viejo señor que escribe el libreto de una ópera con tintes abolicionistas y que es de los pocos parisienses que va a trabajar a pie. Cruza el jardín del Luxemburgo para ir a su escaño de senador socialista.

"Au boulot! ", se despide con tono imperioso.

Badinter: "Los  toros y el abolicionismo son incompatibles".
Badinter: "Los toros y el abolicionismo son incompatibles".C. ÁLVAREZ

Embajada de Francia (residencia). Madrid

- Café con leche, yogur, zumo de naranja, tostadas con mermelada y 'croissants'.

Cortesía del embajador.

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