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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Peces atrapados en redes imaginarias

Este libro tiene su historia, originalmente se publicó en México en 1981 y poco ha cambiado hasta hoy a no ser por el añadido del interesante post scríptum a su edición inglesa de 1992. Un libro de importancia histórica por cuanto introduce el concepto de "redes imaginarias", una hipótesis entre científico-social y retórico-literaria (esto último en su originario y mejor sentido: bien decir convincente), útil para analizar tanto los sistemas políticos como las consciencias individuales que los soportan. Fue pensado en la segunda mitad de los años 1970 en Europa, en París sobre todo, por este mexicano de ascendencia catalana Roger Bartra (1942), que pocos años antes, por 1968, había sido allí el típico "estudiante del Tercer Mundo, que se creía portador de la chispa revolucionaria y la imaginación subversiva" y que al volver se encuentra un panorama amargo: sí se podía domesticar la imaginación e incluso, domesticada, podía tomar el poder en forma nefanda, para arruinar los ideales de antes. Los viejos maestros parisienses de la rive gauche ya eran ídolos en ruinas, Althusser y Foucault servían de muy poco al ahora investigador mexicano, que hasta ha de contemplar cómo los antiguos héroes revolucionarios viven conectados "a las formas más degradadas de autoritarismo socialista". Todo "un territorio que era necesario abandonar para atravesar la frontera del desencanto hacia un exilio que ya se comenzaba a llamar posmoderno".

Las redes imaginarias del poder político

Roger Bartra

Pre-Textos. Valencia, 2010

347 páginas. 16 euros

Pero ¿cómo? El treintañero Bartra emprende una "insensata búsqueda", la de este libro, en la que van surgiendo "extraños textos", los de este libro, no bien vistos en principio por colegas sociólogos y antropólogos, en forma de "ensayo libre" -à la Montaigne-, más penetrante que el académico al menos en zonas oscuras del conocimiento. La imaginación revolucionaria de antes se había convertido en imaginería opresora, que los 22 capítulos cortos de este libro indagan buscando conexiones ocultas entre una serie de temas insólitos y variopintos, transversalizando, por ejemplo, estructuralismo, psicoanálisis, comunismo, economía o religión con novela policiaca, locura, apocalipsis, cartomancia o nuevos filósofos (entonces).

Si todas las páginas de este libro rezuman el peculiar pesimismo melancólico de la "condición posmoderna" que comenzaba por aquellos años (Lyotard, 1979) es por búsqueda de sentido, de la legitimidad de la legitimidad, diríamos, no sólo del poder político e ideologías que abrumaban sino de los propios discursos, juicios, críticas individuales. ¿En nombre de qué o quién resistimos, apoyamos, protestamos, criticamos o explicamos? Para entrever ese nombre hay que explorar nuestro imaginario, descubrir las redes que lo pueblan. Un método de análisis y crítica extraordinario. Sí, mejor redes que atrapan que bloques que aplastan, como antes: los mecanismos de embobadura de la gente se habían refinado.

¿Qué redes? Una imagen clara frente a ese imaginario oscurantista: la sociedad, el poder difuso de hoy, lanza sus redes imaginarias porque necesita atrapar el escurridizo pez de la legitimidad, pero "es evidente que el pez no es necesario para tejer la red", dice Bartra. No hay legitimidad en las redes de legitimidad, digamos. Tampoco son un medio de comunicación y entendimiento, son sólo "un medio de legitimar la diferencia, la división y la dominación". Sucede como en un teatro, el gran teatro del espectáculo global en este caso: ¿se comprenden entre sí los actores de una obra de teatro? Sólo conocen el momento de su intervención y su parlamento, es decir, "son como los peces que no son necesarios para tejer la red que los atrapa". Así vivimos: atrapados y legitimados. Saberlo ya es algo y navegar contra corriente también es una buena perspectiva.

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