Qué hay detrás de una canción triste
El excéntrico líder de Eels, que hoy presenta su nuevo disco en La Riviera, esconde una vida trágica
En junio, la policía de Londres recibió una llamada denunciando la presencia de un barbudo de aspecto sospechoso en una zona de Hyde Park cercana a varias embajadas. Se envió una patrulla a identificar aquel personaje del que se temía que pudiera ser un terrorista. Resultó ser Mark Oliver Everett, un músico estadounidense de 46 años, también conocido como Mr. E. Aseguró que estaba en Londres promocionando Tomorrow morning, el nuevo disco de su banda, Eels. Contó que llevaba toda la mañana encerrado en una habitación de un hotel cercano, dando entrevistas. Aprovechando un descanso decidió escaparse al parque a echar unas caladas y tomar el aire. En esas estaba cuando vio llegar a los agentes. Verificada su coartada, le dejaron marchar. "Ha sido una de las cosas más raras que me han pasado en la vida. Y eso, viniendo de mí, no es poca cosa", declaró después a un medio británico.
Para él la música siempre ha sido una forma de exorcizar todos sus demonios
No lo es, no. A Everett, desde que publicó su primer disco en 1996, siempre se le había considerado un artista excéntrico hasta lo caprichoso. La leyenda hablaba de un huraño y retraído hombre orquesta residente en California con una carrera llena de vaivenes y altibajos. Un tipo empeñado en boicotear las oportunidades de convertirse en una estrella. Que las tuvo: Eels fue uno de los niños mimados de Dreamworks, el sello de Steven Spielberg y David Geffen.
Pero al cumplir los 40 decidió hacer balance y escribió una biografía llamada Cosas que los nietos deberían saber. Entonces descubrimos que había un motivo para sus rarezas. Era una persona con una historia increíble, de un dramatismo sobrecogedor. Siendo un adolescente encontró a su padre, Hugh Everett III, el físico que propuso por primera vez la teoría de los universos paralelos en la física cuántica, muerto en su cama, víctima de un infarto, y trató, sin éxito, de reanimarlo. Después se daría cuenta de que ese había sido el día de su vida que más contacto físico había tenido con él. Más tarde, su adorada hermana, adicta a las drogas y depresiva, se suicidó. Finalmente su madre murió tras una larga y dura lucha contra el cáncer.
Es el último de su familia, el superviviente volcado en su trabajo. En los últimos tiempos su actividad ha sido frenética. En cuatro años, más o menos, le ha dado tiempo para recopilar sus rarezas en un doble álbum y sus mejores canciones en otro. Y a rodar un documental para la BBC sobre su padre, en el que intentaba acercarse a aquella figura alejada y ensimismada a la que nunca en vida llegó a conocer. Para él la música siempre ha sido una forma de exorcizar todos sus demonios. Es de esos artistas cuyos álbumes parecen cartas que cuentan, de forma más o menos velada, qué le ha pasado desde el anterior y cómo se siente.
Tiene una asombrosa facilidad para componer canciones conmovedoras y tristes. Asegura que nunca ha tenido una crisis creativa y que su problema es el contrario: compone demasiado. Su último año y medio lo confirma. En 14 meses ha editado tres compactos, una trilogía de discos sobre el amor. El primero, Hombre lobo, sobre el antes y el ritual de la seducción. El segundo End Times, era una reflexión sobre su divorcio compuesto en su mayoría de canciones acústicas. El último, Tomorrow morning, que se publicó la semana pasada y que sorprendentemente ha entrado en las listas de los discos más vendidos de España, es uno de sus trabajos más extraordinarios. Un tratado sobre la redención y tener una segunda oportunidad, de suntuosos y delicados arreglos. Eels vuelve a combinar el pop con efectos electrónicos, como hacía en sus primeras grabaciones. Dice estar feliz, viviendo solo con su perro Bobby jr.; que ha encontrado el equilibrio. Pero oyendo el disco da la impresión de que sigue siendo el mismo ser ensimismado y sorprendido de siempre. El mismo que en el párrafo final del primer capítulo de su biografía escribía: "En Primaria fui un chico esmirriado y de pelo largo al que a menudo confundían con una chica. Ahora soy un hombre adulto que pasa la segunda mitad de su primera crisis de la mediana edad oculto tras guardias de seguridad que intentan protegerle durante sus conciertos del acosador desquiciado de turno. ¿Cómo he llegado hasta aquí?".
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