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Reportaje:

El precio de la excelencia

Guardiola respalda al equipo después del batacazo con el Hércules - Tras los primeros silbidos en Chamartín, Florentino Pérez proclama que Mou es el mejor del mundo y anuncia un récord de ingresos en una temporada sin títulos

José Sámano

No hay respiro para la parroquia deportiva, que encuentra emociones cada jornada rehén de alguna parabólica que le permita frotarse los ojos ante el Hércules, bostezar en el estreno de Mourinho en Chamartín, escuchar a Florentino Pérez en su particularísimo dow jones futbolístico, ver a los tifosi rendidos ante Fernando Alonso, contemplar el fascinante paraje de los Lagos de Covadonga, deleitarsecon la plasticidad de Kevin Jordan Durant y bajar el telón con una leyenda de 24 años como Rafa Nadal. El espectacular momento del deporte español ha elevado el nivel de exigencia, hoy solo hay hueco para las excelencias. Ni una selección tan brillante como la de baloncesto está ya a salvo. Solo el Barça es una excepción momentánea. Pese a su batacazo ante el Hércules y la victoria del Madrid, la respuesta de las hinchadas fue sintomática. El Barça, por títulos y estilo recientes, aún no precisa disculparse ante sus aficionados, que admiten, por ahora, una cantada. Solo por ahora.

En Madrid, Mourinho ya sabe cuál es el eco universal de su club, una institución tridimensional. En Chamartín hay urgencias y la gente ha perdido la paciencia, no parece dispuesta a perdonar una más. Le dijeron que Cristiano y Kaká eran los mejores, y de nuevo la mismo cantinela sobre Mourinho. Ayer lo repitió el presidente: "Mourinho es el mejor técnico del mundo". Nada nuevo, ya lo dice el propio Mou. Lo mejor, un concepto resbaladizo del que abusa Florentino Pérez en su hoja de ruta hacia la excelencia. Sea o no lo mejor, el público quiere triunfos y diversión. ¿Lo mejor? Siendo Mourinho un excelente entrenador, que lo es, ¿es superior a Del Bosque o Guardiola, por citar dos ejemplos? No siempre lo que parece lo mejor es lo más conveniente y Mourinho, un tipo inteligente, ya sabe desde el sábado que no basta con un currículo solo repleto de resultados. El portugués, al que no le asustan los retos, tiene mayor respaldo mediático que su predecesor. Alrededor de Pellegrini se indujo al hastío desde la pretemporada, pero el chileno firmó 96 puntos, algunos partidos notables y mantuvo el gancho con el más duro adversario que jamás haya tenido el Madrid en el paisaje español. Ante Osasuna, Mou hizo un guiño al gusto español (de otro paladar al de San Siro o Stamford Bridge) con una alineación resultona. Fue un tostón, más de lo mismo, una función mil veces vista en los últimos cursos. El equipo tiene largo recorrido y una gran plantilla, pero no puede instalarse otra vez en el mero resultadismo. Esa es la grandeza del Real Madrid. Bien lo sabe Florentino Pérez, que por el momento solo puede esgrimir ante los compromisarios que con él el club ha ganado estabilidad social y poderío económico. Tiene toda la razón. Como el deporte no es una ecuación exacta, resulta que el subcampeón de Liga, cortado en octavos de la Champions y desterrado de la Copa por el Alcorcón batió el récord de ingresos de un club: 442,3 millones. Como el Madrid tiene lo mejor, su plantilla es 42 millones más cara que la del Barça (según un estupendo reportaje en As). Mou, sea o no el mejor, tiene más conocimientos que tiempo. El club tiene caja. Un proverbio: "Con el dinero te compras la cama, no los sueños".

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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