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Reportaje:

Pozo y lanzadera

Seis equipos gallegos buscan fortuna en Segunda B, la categoría más ingrata del futbol español - De 80 clubes que compiten en ella, sólo cuatro ascienden

Al departamento de marketing del Pontevedra le sobra imaginación. Subió a los futbolistas a una pasarela de moda, diseña presentaciones del equipo en plena calle y de jugadores en hamburgueserías, busca proyección e implicación con el tejido social que rodea al equipo... Todo para alcanzar un objetivo que su presidente, Nino Mirón, tiene claro: "Jugar en Segunda B es una ruina, tenemos que salir de esta categoría como sea".

La Segunda B no está integrada en la Liga de Fútbol Profesional, pero en ella se manejan sueldos respetables. "Una tierra de nadie", según Mirón, cuyo equipo se quedó a dos pasos del objetivo y que en los 26 últimos años sólo consiguió un ascenso. "Peor que un pozo, de 80 equipos sólo suben cuatro".

Muchos equipos se ven en aprietos para ajustar sus presupuestos
"Quizás debería haber sólo dos grupos de Segunda B", dice Pablo López

El Pontevedra sigue en la lucha y esta temporada ha renovado un proyecto que quedó descabezado con la marcha del técnico Pablo Alfaro al Recreativo. Mirón hizo un casting de entrenadores y el elegido fue Ángel Viadero. Igor, Dani Pendín, Rubén Reyes, Iban Espadas, Neru, Orlando Quintana o el vilagarcián Carlos Padín conforman la base de su equipo. Todos pasan de los 30, tienen caché, pero también se supone que bagaje para soportar una presión que va más allá de lo coyuntural. "Si la ciudad no se implica más y el Pontevedra no sube, no podremos mantener el club", alerta Mirón, que maneja un presupuesto anual que frisa los dos millones de euros y que con menos de 3.000 abonados se pregunta donde están los 12.000 aficionados que vestidos de granate llenaron Pasarón en los partidos de junio contra Oviedo y Alcorcón.

En Lugo vieron el final muy cerca varias veces. Hace cuatro años regresaron a la categoría después de tres ejercicios en Tercera, una categoría a quien puede que muchos no le encuentren el fondo. Ahora es una entidad de referencia para técnicos y futbolistas. "Pagamos las nóminas el primer día de cada mes y no tenemos deudas con los proveedores", ilustra Carlos Mouriz, en tiempos coriáceo central, hoy director deportivo, orgulloso de trabajar en un club sostenible por más que la tentación siempre esté a la vuelta de la llamada de un representante.

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En diciembre pasado, con el equipo en fase de ascenso, al despacho de Mouriz llegaron ofrecimientos para reforzarse con jugadores de nivel que estaban desempleados y que tampoco pedían una fortuna. "Pero desajustábamos el presupuesto", recuerda. Hubo dudas y consultas al técnico, el mítico Quique Setién. La opción más arriesgada era fichar sin saber si el equipo jugaría el play off de ascenso, de conseguirlo llegaría dinero desde la taquilla y desde las televisiones, en caso contrario habría que retrasar los pagos. Mouriz decidió no fichar. "Sabíamos que estábamos muy justos y que si teníamos bajas nos desinflaríamos".

La decisión de Mouriz es excepcional en un hábitat de kamikazes. "Los clubes juegan en el alambre", concluye Pablo López, experto central del Montañeros, un futbolista que conoce el paño después de 11 temporadas en la categoría, pero que nunca dejó de percibir un euro o una peseta de lo pactado. "Siempre fui firme con eso y cuando me fallaron tome los cauces legales adecuados para poder cobrar, pero no todo el mundo lo hace o lo puede hacer: hay jugadores que firman y ni siquiera se llevan los contratos a casa". López cree que la categoría sí puede ser rentable para los equipos cabeceros de cada grupo, pero abre el eterno debate, el de la reestructuración. "Quizás debería de haber sólo dos grupos de Segunda B, con todos los equipos grandes respaldados por una masa social o una estructura sólida de base".

Ahora es tiempo de contención. Mirón muere por subir y cree que este año sí; en el Lugo, Mouriz le ha pedido a Setién, un entrenador que garantiza buen trato a la pelota, que el equipo acabe entre el puesto uno y el 15; el emergente Montañeros, que hace seis años estaba en Tercera Regional, sueña con consolidarse de la mano de Abraham García, un preparador madrileño de amplio currículo en la base de Real y Atlético de Madrid, donde gestionó la progresión de Fernando Torres, Borja Valero, Granero o De Gea. Idéntico objetivo tiene el Coruxo, un debutante que ha suscitado la fidelidad de más de un millar de abonados y que en su estelar puesta de largo en Valdebebas marcó dos goles al filial del Real Madrid. Compiten en la liga de los filiales, en la que los segundos equipos de Celta y Deportivo, que han reducido distancia futbolística con los mayores, buscarán fortuna desde otros planteamientos. Para unos es un pozo, para otros un nido en el que crecer.

El Fabril disputa un partido en el campo de fútbol de Abegondo el mes pasado.
El Fabril disputa un partido en el campo de fútbol de Abegondo el mes pasado.GABRIEL TIZÓN

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