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Crónica:TENIS | Open de Estados Unidos
Crónica
Texto informativo con interpretación

Nueva York habla castellano

Los cruces Nadal-López y Verdasco-Ferrer aseguran un semifinalista español

"David, él también habla español. ¡Cuidado!".

La boca que escupe demonios es del argentino David Nalbandian. La voz que le advierte, de Carlos Bernardes, el juez de silla. Y los oídos que quizás podrían sentirse maltratados si hasta ellos llegaran esas palabras son de Fernando Verdasco, aunque ayer, en Nueva York, templo de cemento, podrían haber sido los de cualquier otro tenista: mientras el madrileño vence al argentino (6-2, 3-6, 6-3 y 6-2) y se cita con David Ferrer, que ganó (7-6, 6-2 y 6-2) a Daniel Gimeno, Rafael Nadal se impone (6-4, 6-4 y 6-2) al francés Gilles Simon y se clasifica para jugar los octavos de final contra su amigo Feliciano López (6-3, 4-0 y retirada del ucranio Sergiy Stakhovsky). El doble cruce de la cuarta ronda asegura un español el sábado en las semifinales del Abierto de Estados Unidos. Nueva York habla castellano.

Más españoles que nunca, cinco, en los octavos de final del torneo

"Habrá un día en que se acabe esto", valoró López, que ahora se enfrenta al mejor tenista del planeta. "Juego al tenis para estar en esa pista central contra el número uno. Es una gran oportunidad para mí. Algo muy bonito. ¿Qué más se puede pedir a la vida?", continuó el número 25, que se siente definido por tres palabras: alegría de vivir. "A Rafa le gané en Queen's, en nuestro último partido, lo que me ayuda psicológicamente. Las condiciones son ahora muy diferentes, pero debo creer en la victoria, ser positivo y agresivo", cerró con los dedos gordos de ambos pies vendados contra las ampollas y el agresivo roce del cemento.

Al final del día, este era el balance: en la tercera ronda hubo nueve españoles, récord. En los octavos, cinco (Ferrer, Verdasco, Nadal, López y Albert Montañés, que hoy juega contra el sueco Robin Soderling, a la espera anoche del desenlace de Tommy Robrado ante el francés Michael Llodra), más que nunca. Uno, Ferrer, tuvo una explicación para esa proliferación de antiguos especialistas en arcilla transformados en jugadores multipista: "El tenis español vive un momento grande, pero no de ahora, sino desde hace años. Los puntos están en la pista rápida". Y otro, Verdasco, que perdió la acreditación y no podía entrar en el vestuario, que antes de eso era felicitado en la zona de jugadores por Manuel Santana, fue de los primeros en sentarse tranquilamente en el club, donde los españoles gritan mientras juegan al futbolín, para observar el panorama que dejaba la jornada.

Así estaban las cosas. Nadal pudo con el frío y el viento y volvió a sacar con pólvora de cañón: hasta a 217 kilómetros por hora. Es el único tenista que sigue en el torneo sin haber perdido su servicio y respondió a la situación más comprometida, un 0-30 con 5-4 en la primera manga, con un ace, dos saques seguidos a casi 190 kilómetros y otro a casi 200. Verdasco firmó una victoria que le ayudará mucho para mantenerse como número ocho, condición que arriesga en Nueva York. Y Ferrer, comedido, digiere ahora que estará entre los diez mejores a partir del lunes 13. "Un regalo", dijo.

Todo eso, claro, tiene consecuencias. Vuelve a abrirse la posibilidad de que haya tres españoles en el club más exclusivo del tenis. Nicolás Almagro vuelve a luchar por esa plaza y una en la Copa de Maestros pese a su derrota (3-6, 4-6 y 4-6) ante el estadounidense Querrey. Y vuelve a buscar nuevas fronteras, nuevos récords, el tenis español: con dos jugadores en cuartos ya asegurados, Montañés buscará esa ronda para ser el tercero, lo nunca visto.

"Si pierdes, mejor perder contra un español", dijo al final Verdasco. Luego, quiso aclararlo por si las dudas: "Física y mentalmente, me encuentro muy bien. Ganar a un jugador como Nalbandian, sin duda de los más fuertes de este verano, es muy importante para mi fortaleza mental. Me da mucha confianza". Habló en clarísimo castellano. La lengua de moda en Nueva York.

Rafael Nadal, en un momento de su partido contra Gilles Simon.
Rafael Nadal, en un momento de su partido contra Gilles Simon.REUTERS

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