Un equipo coral, una pegada única
España se sobrepone a todas las dificultades y despluma a Grecia en el último cuarto - Serbia, el próximo miércoles, será su rival en los cuartos de final
En el partido de mayor exigencia brotó de nuevo la competitividad y sobre todo la pegada y la chispa de una España que se ha ganado a pulso la doble etiqueta de campeona europea y mundial. La selección de Scariolo se batió con toda la dureza física, táctica y psicológica que requería tanto la consabida intensidad que pone Grecia a sus partidos como los momentos en que ella misma perdió pie y corrió el riesgo de una eliminación prematura. Ganó (80-72) finalmente porque supo sobreponerse a varios momentos críticos y acelerar en el más oportuno. En los últimos cinco minutos desplumó a Grecia, que trató de aferrarse a su suerte, pero ya a la desesperada, cuando España administraba la ventaja de 10 puntos (70-60) que alcanzó cuando faltaba un minuto y medio. La victoria da billete a los españoles para los cuartos de final. El próximo miércoles se enfrentarán a Serbia, que en el primer partido de la jornada de ayer batió a Croacia por la mínima (73-72).
Con dos bufidos, Marc empezó apagando la fuerza de choque de los griegos
Cuando no encestó Navarro, lo hizo Rudy; si desfalleció Marc, apareció Vázquez
Los triples dieron media vida a España. Obligaron a Grecia a abrir sus líneas
Cuando no encestó Navarro, lo hicieron Rudy, Llull o Mumbrú; cuando desfalleció Marc, aparecieron Vázquez y Reyes; cuando Ricky se pasó de revoluciones, Raúl templó la situación. Fue una actuación coral aderezada por una zona defensiva crucial en el hundimiento del equipo griego. Todo se volvió imprescindible para batir a un rival siempre dado a sacar jugo de los traqueteos anímicos, a cambiar sus registros, a percutir con penetraciones en la primera parte, a abrir el campo a triples en el tercer cuarto o a agarrarse al partido cuando peor lo tenía. Pero le faltó mucha más consistencia, continuidad y lectura del juego, sobre todo cuando España plantó su zona en la defensa mediado el tercer cuarto.
Marc empezó apagando de un par de bufidos la fuerza de choque de los griegos. Percutió con valentía contra los 140 kilos de Schortsanitis y le puso dos gorros que dibujaron su mayor capacidad atlética y facilidad de movimientos. Por ahí empezó sacando ventaja España. Pero más tarde el colosal pívot heleno se repuso y puso en tantos aprietos a Marc que fue entonces el pívot español el que acabó fuera de onda. También a eso se sobrepuso España.
Las primeras punzadas le llegaron al equipo español desde fuera. La línea exterior griega, formada por Zizis, Spanoulis y Diamantidis, manejó con desparpajo y velocidad la pelota. Cualquiera de ellos buscaba el mejor instante para deshacerse de su par simplemente en un uno contra uno o bien gracias a un bloqueo de los pívots siempre con el mismo resultado, una cómoda penetración a canasta. Sufrió especialmente Navarro en su emparejamiento con Zisis. Y en el ataque tampoco empezó bien el equipo español, con demasiados errores tontos, pérdidas, poca fluidez y muchas dificultades para alimentar de balones a Marc. Los griegos dieron un primer estirón (11-17) cuando ya había empezado la rueda de los relevos.
Los triples le solucionaron media vida a España. No concedió buenas posiciones al equipo que más venía lanzando desde esa posición y, en cambio, en el ataque hasta cinco españoles hicieron diana antes del descanso. Eso obligó a los griegos a abrir algo más sus líneas y dar un mínimo respiro a los pívots españoles, ya fuera Marc, ya fueran Vázquez o Reyes que cumplieron de forma sobresaliente en los minutos en que Scariolo les dio entrada en la segunda unidad y acabaron sumando 17 rebotes y 12 puntos entre ambos.
El ataque español fue mejorando según pasó el tiempo y Grecia se sumió en el atasco por falta de alternativas a su inicial estilo monocorde. No tiraba triples, no metía balones dentro, no movía lo suficiente a la defensa española para lanzar tampoco a media distancia. Vivir solo a base de penetraciones es imposible, sobre todo ante un equipo español con capacidad suficiente para agitar la coctelera de sus hombres pequeños y ajustar las ayudas de los grandes hasta cerrar los agujeros.
España volvió a sufrir altibajos, con dos pequeños pero peligrosos parciales para como estaba el partido. Con un 0-6 los griegos dieron el primer aviso (28-27) y con un 0-7 un poco después se pusieron por delante (37-38). Eso fue en el tercer cuarto, cuando Schortsanitis ya le había tomado la medida a Marc y cuando Fotsis y Diamantidis destaparon la caja de los triples. Los griegos llegaron a abrir una brecha de seis puntos (45-51).
España se parapetó en una zona defensiva que destempló la puntería griega y le dio además facilidad para conectar varios contraataques, finalizados la mayoría de ellos por un Llull providencial e incontenible. Navarro y Rudy ya le habían encontrado el tranquillo al ritmo de juego y al marcaje de los exteriores griegos, que, como todo su equipo, acabaron rendidos una vez más -suman ya seis derrotas consecutivas en los últimos siete años- ante la España de la generación de oro.
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