Luces y sombras del Somorrostro
Baile desgarrado, baile sensual y baile altanero. Hombres y mujeres marcados por la huella de la lucha por la supervivencia. Cuerpos alegres y tristes que zapatean o se retuercen en una playa. Ojos que miran hacia la gran urbe. Desolación pero también riqueza vivencial y artística.
Somorrostro, la última coreografía creada por Maria Rovira, enlaza danza contemporánea con flamenco para derivar en un expresivo baile que, al igual que el famoso barrio barcelonés, encierra luces y sombras. La pieza, que se estrenó el pasado viernes en el Teatre Romea (en donde puede verse hasta el 12 de septiembre) sirve para celebrar los 25 años de Trànsit Dansa, la compañía de la bailarina y coreógrafa catalana. El recuerdo del emblemático barrio en el que creció Carmen Amaya estaba presente en la memoria de muchos de los espectadores, cuyos calurosos aplausos parecían destilar nostalgia y agradecimiento a Rovira por haber dejado lo mejor de su lenguaje coreográfico en esta obra.
La interrelación entre los bailarines, el trabajo coral, los solos y los pasos a dos muestran un vocabulario coreográfico rico, pero con fragmentos por desarrollar. Rovira, mujer pasional, ha arrojado en esta obra toda su carga emocional, aunque no ha mesurado los límites por lo que en ocasiones el baile se amontona y pierde nitidez. En cuanto a la interpretación, no puede ser más entregada. Entre todos ellos hay que destacar a Jennifer Rico, bailarina de la Compañía de Flamenco del Conservatorio de Granada. Su flamenco joven y sensual hizo que destacara entre el grupo. Mención especial merece la dirección musical de Javier Gamazo, que interpreta fragmentos musicales en directo.
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