Y el hombre cerró la pasarela
Zambrano cierra la última jornada de Valencia Fashion Week, que centra su vistosidad en la moda masculina
Y aquí, flashback. Hay un gag de Woody Allen que dice que si el negocio del espectáculo no fuera un negocio se llamaría "el espectáculo del espectáculo". Bueno. Desgraciadamente por aquí abajo nos toca hablar del "espectáculo de la moda". Un dolor muy grande, mire usted. Y ahí aparecen los clones de Tavi Gevinson, y los más papistas que el Papa, y los periodistas con caras de "qué-buenos-son-que-nos-llevan-de-excursión" y todo aquel cuyo invalidado sentido común le impide evidenciar que aquí el verdadero problema es la ausencia de Industria Moda. Snif, snif.
Todo esto me lo digo camino a la tercera y última jornada de la Valencia Fashion Week. Obvio. La mañana está dedicada a los desfiles de la Zona D: jóvenes diseñadores realizando precalentamientos para saltar a la pasarela king-size. Vienen cargados de notables propósitos: unos hacen el salto del tigre, otros el triple mortal y alguno muerde lona nada más salir al ring. KO. Destaca el punto de Asta Masiulyte y el atrevido trabajo formal de Rabaneda, ganador del premio al diseñador emergente.
Por la mañana, jóvenes cargados de nobles propósitos
La Semana de la Moda baraja su traslado al Ágora
Por la tarde la VFW se metió en el armario masculino y le sacó los colores. La colección Mediterráneo de Paco Roca da ganas de sumergirte en el Atlántico. Literal. Retal Reciclaje Creativo presentan en la pasarela una colección de despedida, sí el dúo italiano se separa, en la que revisitan las prendas deportivas y les dan un lavado de cara marca de la casa. El patronaje y la reinterpretación son su dinamo. Elegantes retrosudaderas, pantalones cómodos, oberturas insospechadas y volúmenes diáfanos. El gris, rojo y rosa palo es su baza cromática.
Miquel Suay abandona el ruido de otras ediciones y se vuelca en el diálogo intercultural, que tiene como resultado una colección serena, resuelta en planos superpuestos, cortes descompensados en tejidos sobrios de algodón y lino.
A Zambrano lo vimos nacer profesionalmente en la Semana de la Moda, un diseñador inquieto y ecléctico que salta de un proyecto a otro sin tomar aire. Zambrano, de nuevo ha vuelto a sorprender con un desfile (de los que te hace despuntar el vello) desde el buen hacer a todo detalle. Con un tratamiento, tanto en su puesta en escena como en el sentido constructivo de la colección, enmarcado en la más pura contemporaneidad.
En su colección Margrave no se sale de su seductora línea de trabajo y vuelve a apostar por la simplificación cromática: negro y gris (con rupturas estridentes en rosa) no necesita más para demostrar que las buenas ideas no dependen de la paleta de colores. Y él cerró una pasarela, que anuncia traslado: probablemente la VFW abandone Feria Valencia y se instale en el Ágora de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Pues eso.
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