Prefab Sprout, presente arqueológico
Que no despiste la modestia del barbudo al otro lado del teléfono, taza de té en mano. Paddy McAloon (Durham, 1957) pertenece a la raza de los compositores eternos. De ahí que su grupo, Prefab Sprout, figure entre lo mejor de los últimos meses con Let's change the world with music, un disco olvidado 17 años en un cajón por falta de entendimiento con su sello. La banda británica, a la que el jazzman sueco Joakim Milder dedica ahora un álbum de versiones instrumentales, obtuvo repercusión en los ochenta, se fue desmembrando y espació sus lanzamientos en los noventa, y dejó de emitir tras el desapercibido The gunman and other stories (2001). "Pero yo nunca he perdido la urgencia creativa. Y me pregunto cómo financiar cada nueva idea, aunque en ellas siga el impulso de mis sueños", asegura McAloon con suavidad.
El lado pragmático de su eterno representante le incitó a recuperar (y publicar casi tal cual) la maqueta de Let's change the world with music. "Se me hizo raro volver a lo escrito a los 35, pero me gustó, algo que no siempre me pasa. Y recordé mis seis meses de encierro y dedicación a esa cinta, tocando yo todos los instrumentos. Entonces me funcionaban los dos oídos".
Con el tinnitus hemos topado: la enfermedad auditiva que golpeó a McAloon en 2006, después de esquivar milagrosamente la ceguera un lustro antes, tras un serio deterioro en ambas retinas. Percibir las frecuencias más bajas es ahora una aventura, sobre todo para su oído derecho. "No puedo grabar con banda, la batería haría demasiado ruido. Disfruto haciéndolo solo: el proceso se vuelve más duro, también misterioso".
McAloon se recrea en el malentendido que aparcó el disco, a raíz de lo hercúleo de su antecesor, Jordan: the comeback (1990): "No debí incluir 14 cortes en la cinta de muestra. Sony pensó que se trataba de otra obra excesiva. Y sin escucharla bien, un ejecutivo, Muff Winwood -hermano de Steve-, me dijo: 'Paddy, tienes siempre muchas ideas, ¿por qué no coges un par de canciones y haces unas cuantas así?'. Se refería a adelgazar la cinta, registrar algo de extensión convencional, pero interpreté que querían otro tipo de disco". El recurso al lenguaje del gospel para cantarle al poder inspirador de la música tampoco ayudó. "Les incomodaban las menciones a Dios, se temían un trabajo de rock cristiano
...", lamenta con media sonrisa.
La versión final incluye sólo 11 temas. McAloon ha eliminado tres por voluntad propia: "Entre ellos, una canción graciosa sobre Lady Di. El álbum resulta mejor más corto". Y sorprende lo elaborado de la maqueta, pese a la ausencia de la banda. "Siempre he tendido a los discos bien producidos. No me ha faltado ambición, sí en cambio para pechar con el negocio. Soy tímido, de esos que viven en su cabeza. Y afrontaba reacio giras y actos promocionales, aunque no lo dijera. Así hasta 1997, cuando me di cuenta de que nunca sería una estrella del pop".
Hablemos de ventas: "Intenté en el pasado apuntar a las listas, pero no me veía muy bueno fabricando hits -un solo top ten en Inglaterra, la muy menor The king of rock 'n' roll-. Estar en una multinacional fomentaba expectativas irreales: gran parte de mi música no funciona de manera obvia. No sonábamos ni depurados para el mainstream ni a club de rock para ser acogidos por la escena independiente".
En Estados Unidos, Prefab Sprout nunca pasó del estatus de invisible. "Lo peor fue no hacer giras allí: si no tocas, no existes. En 1990 intuíamos un aluvión de conciertos, pero nada: hasta nos pusieron como excusa que en plena guerra del Golfo ningún promotor querría shows caros. No pienso que a nuestro sello le gustáramos lo suficiente".
Aunque fanático del mito de Smile, el disco perdido de Brian Wilson, las comparaciones con este y otros inmortales (Randy Newman, George Gershwin
...) sólo le crean rubor. El McAloon compositor oscila entre la paciencia y el capricho: su álbum inédito inspirado en Michael Jackson, por ejemplo. "Desde 1991 no sé qué hacer con él", confiesa. No es el único tesoro sin desvelar: esas cajas han creado una pequeña leyenda. "Puedo acabar una maqueta y a última hora arrinconarla por otra idea. Así llegué a mi disco en solitario".
A Thomas Dolby, el productor clave de Prefab Sprout, le habría gustado encargarse de dicho álbum, I trawl the megahertz (2003), un collage instrumental con extractos radiofónicos. "Él siempre estuvo muy solicitado: hasta por George Lucas. Fue un gran estímulo en mi aprendizaje como arreglista y en lo tecnológico. Y ahora que lo sé todo, me falla el oído. Ni siquiera puedo actuar con la guitarra acústica: habría amplificación. Pero lo peor es sentir que a mi hermano Martin -bajista de la banda-, entre mi timidez y la enfermedad, no le doy el trabajo que tenía. Él lo lleva bien, y yo recurro a mi traje y mis zapatos rojos: amuletos para venirme arriba".
Let's change the world with music está editado por Kitchenware / PIAS.
Steve McQueen Prefab Sprout (1985)
Las canciones algo retorcidas de Swoon (1984) dejaban paso a este elegante clásico, el primero con Thomas Dolby en la pecera. "Su selección de temas y sus dotes nos hicieron más refinados y accesibles", reconoce McAloon, obviando su propio genio. Esa mirada, entre cínica y melancólica, marca a fuego una obra que en Estados Unidos se llamó Two wheels good para "evitar problemas con los herederos del actor; el título original me vino en un sueño y puede que fuera un poco bobo".
From Langley Park to Memphis Prefab Sprout (1988)
El disco más comercial, con cameos de Stevie Wonder y Pete Townshend: "Entiendo que a una parte de nuestros seguidores les decepcionara el sonido, pero la producción refleja mi idea: composiciones ligeras y pegadizas". El cabecilla sonríe a propósito de The king of rock 'n' roll y su letra sobre un cantante de un solo éxito: "Predijo mi destino". Y aclara la intención de Cars and girls: "No pretendía mofarme de Bruce Springsteen, sino de las expectativas de la prensa".
Jordan: the comeback Prefab Sprout (1990)
Antes llegó Protest songs (1989), un álbum de perfil bajo pero con encanto, grabado al rebufo de Steve McQueen y aplazado cuatro años para no interferir en las ventas. En el ambicioso Jordan: the comeback recupera el timón Thomas Dolby: "Él no quería encargarse de discos para los que yo podía encontrar a cualquier otro productor", aclara McAloon. No sorprende: pocos se atreverían con la descomunal variedad de esta obra maestra, próxima a los musicales de Broadway.
Andromeda heights Prefab Sprout (1997)
Siete años le llevó al músico inglés publicar 12 nuevas canciones. El conjunto es relajado y sólido, pero por debajo de los precedentes. Y la producción corrió a cargo del mismo McAloon. "Aunque empecé a usar el ordenador para componer a finales de los ochenta, aquí jugó un papel fundamental. Grabé maquetas y luego construí el disco alrededor de ellas". El batería Neil Conti ya había abandonado; permanecían Martin McAloon y la corista de voz angelical Wendy Smith.
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