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Reportaje:rutas paralelas

La raspa del 'bakalao'

El asfalto atraviesa el parque natural de la Albufera (Valencia) y deja a un lado y otro los arrozales encharcados. A lo lejos, en el enorme muro marrón de una discoteca cerrada y en letras blancas se lee: Chocolate. La carreterita de El Saler, de apenas 30 kilómetros, se convirtió a comienzos de los ochenta en referencia de la vanguardia musical en el sur de Europa, un Manchester del Levante. Miles de coches la recorrieron día y noche durante los fines de semana parando en la decena de locales que había a un lado y otro. Creció, salió en las noticias, llegaron jóvenes de toda España, la música se aceleró demasiado, la gente perdió la calma y todo aquello terminó satanizado. Pero más allá de la decadencia que sembró (mucha), la ruta destroy, como se la conocía en Valencia, configuró el ocio nocturno en la España de los siguientes 25 años.

En la discoteca barraca se vieron las primeras 'DRAg-QUEEN', como 'La faraona'

Pero la ruta es un recuerdo. Conducir por ahí es como hacerlo por la ruta 66. Quedan marcas, algunas heridas y aquellos templos, unos abandonados y otros reconvertidos en discotecas corrientes. Como Spook, en Pinedo, la primera en la senda hacia El Saler y al lado del autocine Star. En su época de esplendor cerraba con Nowhere girl, un clásico de serie B convertido en himno generacional. Más tarde, ese sonido, no concebido para el baile y que llegaba a Valencia por los maleteros, comenzó a llamarse bakalao. Fue, como cuenta Joan M. Oleaque en su libro En èxtasi, casi por casualidad. Un tipo entró en una tienda de discos de Valencia y palpando un maxi soltó: "Esto es bakalao". Juan Santamaría, el dueño, lo oyó y quedó acuñado el término.

Siguiendo la carretera, en El Perellonet, aparece Heaven. Blanca, sinuosa, con una gran terraza y, como todas, con generoso aparcamiento. Era una de las matinales de la ruta. Un hombre friega en su interior. Ahora se llama She y hacen fiestas puntuales. Cuando las leyes regularon los infinitos horarios de apertura, este tipo de salas murieron asfixiadas. El recuerdo ahora son las pastillas (al comienzo la mescalina), accidentes, broncas... Pero no fue siempre así. Hubo un tiempo en que venían a tocar las bandas del momento: Sisters of Mercy, New Order, Happy Mondays, Alien Sex Fiend, Front 242...

La ruta tenía una parada los domingos por la mañana en Barraca (Les Palmeres), una antigua construcción de cañas y barro convertida en uno de los templos de la zona. Veterana ya en esa época, su apuesta era un tanto más pop. Ahí se vieron las primeras drag-queen como La Faraona y los personajes de la cultura alternaban con el público corriente. Eso era la movida valenciana. En la puerta, una especie de mausoleo recuerda ahora la muerte de una chica hace unos meses. La degolló otra mujer de un navajazo. Peleas. Dicen que no abundaban cuando todo esto empezó.

Ana y su familia no es que vivieran la ruta, es que se la metieron en casa. El restaurante Xulla, enfrente de Barraca, se transformó en la parada bisagra de los fiesteros que venían del Puzzle y esperaban a que Barraca abriese a las doce de la mañana. En Xulla cambiaron sus hábitos, horarios y productos. Decidieron dar de comer y beber a todos aquellos chavales que no creaban problemas. "Era otra cosa, era normal. La gente ahora se droga más, es más maleducada y se divierte peor", recuerda Ana en la puerta del restaurante.

Por la mayoría de cabinas desfiló uno de los gurús de la época: Chimo Bayo. "¡Hu, ha!". Delante de lo que fue ACTV (siglas todavía visibles de las antiguas termas Victoria), con Tania, su hija de 17 años, recuerda la época mientras los guardias civiles del cuartel de enfrente le saludan. Un mito popular. "Antes la gente se esforzaba por actualizarse con la música, por bailar cosas nuevas. Ahora, el dj se tiene que acoplar", señala. Bayo venía los domingos de actuar en Arsenal y empalmaba para pinchar aquí con otros dj como Arturo Roger o Toni el Gitano. Mientras la mayoría se quedó por el camino, Chimo, embarcado ahora en una aventura radiofónica, fue número 1 en Japón y en Israel con su famoso Ecsta sí, ecsta no. Vendió un millón de copias.

"Si la conoces, te gustará, porque es la bomba que va a estallar, no tiene pegas, porque es genial, así me gusta a mí...", decía la canción de Bayo. Bastantes pegas sí tuvo la ruta. Pero fue la expresión sociocultural más genuina que vivió Valencia en los aledaños de la Transición. Madrid tuvo su propia movida, Barcelona fue la puerta a Europa y en la carretera de El Saler se instauró la cultura de club, la música electrónica, los discjockeys o el botellón. Para bien o para mal, el impacto de cada cosa hoy es fácil de medir.

El <i>dj</i> Chimo Bayo, delante de la discoteca Spook.
El dj Chimo Bayo, delante de la discoteca Spook.JESÚS CÍSCAR

El ombligo de la ruta

- Barraca fue la insignia de la ruta del bakalao. Una de las discotecas más antiguas de España (1965), que en 1982 decidió cambiar de música y apostó por la new wave inglesa. Con una pista giratoria y un carrusel en su interior, se convirtió en parada ineludible de los peregrinos. Sigue abierta y programa dj's de la escena internacional... lo mismo que puede encontrarse en cualquier lugar de España.

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