29-F en Tomiño: saludo a los rojos
El ex alcalde maoísta y el guardia civil que irrumpió en su ayuntamiento evocan un episodio olvidado de la Transición
No haberlo contado en su momento ni en ninguna otra parte ha ido cebando su leyenda. Un contingente de más de 40 de guardias civiles tomó el ayuntamiento de Tomiño el 29 de febrero de 1980, un año antes del histórico 23-F, en las tormentas de la Transición. En el ayuntamiento se celebraba una asamblea vecinal y fueron estos 60 ó 70 vecinos los que, afeándoles la conducta con verbo encendido, desalojaron a los guardias civiles sin disparar un tiro. EL PAÍS ha querido verificar este episodio en la memoria de sus antagonistas: el entonces alcalde, de 29 años y querencias maoístas, y el capitán que mandaba la tropa, un oficial de 30 años. Los dos siguen en activo. El ex alcalde, Pablo Alonso, Pachi, es concejal socialista en Tui. El capitán, Manuel Ferreiro, es general de brigada y el jefe de la Guardia Civil en Galicia. Demuestran, una vez más, el carácter selectivo y caprichoso de la memoria. La conversación, amigable y con frecuentes risas 30 años después, no concilia los recuerdos de aquel 29-F en Tomiño.
Ferreiro: "Yo tenía aviso de que había una concentración ilegal y fuimos allá"
Alonso: "Desde la alcaldía vimos a los guardias tomando posiciones"
Tras las primeras elecciones municipales (3 de abril de 1979) en Tomiño gobernaba la Candidatura Democrática Independiente (nueve concejales, de los que sólo uno tenía militancia, en el Bloque). Era el único gobierno local de empuje rojo en las villas del sur de Pontevedra.
Manuel Ferreiro. Yo sólo conocía dos anécdotas del alcalde. Una, que en Goián, en la carretera de A Guarda a Tui, en las señales de límite de velocidad a 40 habían colocado un letrero, vai de vagar, y comentábamos que aquello no lo entendería nadie que viniera de fuera de Galicia. Y la otra, que en su invocación del Alivio
[virgen del Alivio, patrona de Tomiño, segundo domingo de septiembre], había dicho: "Pregámosvos, Señora, que manteñades no máis profundo dos infernos a quen durante 40 anos nos tivo oprimidos..."
Pablo Alonso. ¡Qué dices! ¡Jamás tal cosa, la primera vez que lo oigo! Y es imposible: yo entonces iba de poeta, hacía poesías...
M.F. Eso me dijeron que habías dicho. Érais muy rojos.
P.A. ¿Muy rojos?: ¡si quisimos cambiar el nombre a la avenida del Generalísimo y no pudo ser, no lo apoyó todo el gobierno!, ¡mira qué rojos!... Me pasaba los días templando gaitas.
Pregunta. ¿De dónde tiraban inspiración y orientación política?
P.A. De los partidos comunistas de entonces, había varios.
M.F. Y de Portugal, ¿o no era Otelo
[Saraiva de Carbalho, organizador de la Revoluçao dos Cravos en 1974] un referente?: ¡bien que salisteis corriendo pa'llá el 23-F!...
P.A. ¡Yo, no!, acaso fui el único. Algunos sí tenían relaciones intensas con Portugal.
P. ¿Y usted, general, cómo reaccionó ante el 23-F?
M.F. Cuando saltó la noticia, le dije a mis hombres: "Tranquilos, ir cortando claveles para poner en el cañón de los mosquetones". ¡Mira por dónde iba yo!...
Había pasado un año del 29-F de Tomiño. La dotación de la Guardia Civil en los cuarteles de los municipios fronterizos era más del doble que la actual. La Constitución había abolido la Ley de Contrabando, que pasó de ser delito a solo falta administrativa. "En esos años se fomentó la estructura de las posteriores redes del narcotráfico", asegura el general. Pero igual o más tesón que a combatir el contrabando se ponía en prevenir contagios de la Revolución vecina. El 29-F saltaron las alarmas.
M.F. Yo tenía aviso de una concentración ilegal en la plaza del ayuntamiento. Fuimos y no había nadie. Decidí subir, con el teniente y un brigada, a saludar al alcalde: era al único de la comarca que no conocía, y los dos éramos hijos del Cuerpo [el padre de Alonso, sargento]
. Subimos, charlamos unos minutos en el despacho y nos fuimos. Eso fue todo. Luego me sorprendió que hablaran de "asalto".
P.A. Teníamos una asamblea con los vecinos para hablar de asuntos que íbamos a llevar al pleno, entonces hacíamos así. Desde la alcaldía vimos sus movimientos, tomando posiciones. Veníais en busca "de terroristas". Esa fue la denuncia al gobernador civil
otro fascista. Os recibí en el despacho y charlamos un minuto. Había guardias por las escaleras.
M.F. Nunca oí lo de "terroristas", quizás me lo suavizaron en la orden de Comandancia. El único motivo era un aviso de concentración ilegal.
P.A. Yo mandé cartas de protesta al ministro, no recuerdo si Martín Villa o Rosón
[ninguno lo recuerda ni acierta: el general Ibáñez Freire], ¿por qué lo haría, según tú? Nunca me contestó, y tu gente me estuvo puteando los tres años siguientes... ¿No recuerdas el Alivio de ese año?
El único documento
El 29-F de Tomiño no fue noticia. "Nos cansábamos de mandar notas a los periódicos y nunca nos publicaban nada", afirma el ex alcalde Pablo Alonso. El pleno municipal del 4 de marzo siguiente acordó por unimidad "manifestar que considera innecesaria la presencia de la Guardia Civil en el interior de la casa consistorial sin ser requerida por la alcaldía al efecto, así como que el salón de sesiones del consistorio pueda ser utilizado para reuniones pacíficas de los grupos políticos legalmente constituidos". Es el único referente documental. "Tuvimos que suavizarlo mucho para que también lo votara la oposición", recuerda Alonso. El general Ferreiro lo atribuye a "cosas de políticos, su necesidad de hacer ruido".
Pero la invocación del Alivio de ese año concitó una afluencia masiva y polarizada por Fuerza Nueva, que mandó a decenas de militantes para reventar el acto, y los rojos, que también se movilizaron y lo evitaron: pisando la cabeza contra el suelo a los dos fascistas que primero alzaron la voz. Tensos y emboscados todos en el público. También el capitán Ferreiro, de paisano.
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