El Rototom consolida Benicàssim como referencia del turismo musical
El nombre de Benicàssim resulta familiar ya en Madrid, Cuenca, Sevilla o Bilbao, pero también en Italia, Reino Unido, Jamaica y los otros sesenta países del mundo en los que se han vendido entradas para asistir al mayor encuentro reggae de Europa, el Rototom Sunsplash, que cerró ayer sus puertas en la localidad costera. Benicàssim ha tomado este año el relevo -y parece que definitivo- a la que durante 16 ediciones había sido la sede del festival, la localidad italiana Osoppo. Y consolida una decidida apuesta por la celebración de festivales musicales que extiende el nombre de Benicàssim por todo el mundo.
La localidad costera vecina a Castellón ya ha albergado siete festivales en 2010. Siete eventos, prácticamente todos ellos musicales, que se han convertido en una de sus "ventajas competitivas", señala el alcalde, el socialista Francesc Colomer.
Benicàssim ha transformado la oferta musical, embutida en formato festivalero, en un elemento clave para su dinamización económica. Así lo percibe el primer edil: "La música nos proporciona una seña de identidad, una característica diferenciadora respecto de otros destinos turísticos".
Durante esta última legislatura, a las citas ya consolidadas, como el Certamen Internacional de Guitarra Francesc Tàrrega (44 ediciones); el Festival de Habaneras (25 ediciones); el FIB (15 ediciones); el Festival de Música Sacra o el Festival de Teatro de Buen Humor (17 años); Benicàssim ha dado cabida en su agenda a otras dos: el Festival Lírico Ópera Benicàssim, que suma ya tres ediciones y que tiene por objetivo popularizar un género calificado por muchos de elitista; y el Rototom Sunsplash, el festival reggae por excelencia.
"Que en época de crisis hayamos puesto en marcha dos nuevos festivales es el mejor mensaje que Benicàssim puede lanzar a los mercados turísticos internacionales, ya que en lugar de acurrucarnos hemos respondido con más oferta turística", apunta Colomer.Los festivales generan dinero. Hace dos años, el FIB, uno de los mejores en cuanto a asistencia, dejó un impacto económico en el municipio cercano a los 14 millones de euros. Y dan proyección internacional: "Estos festivales, sobre todo el FIB y el Rototom, nos han ubicado en el mapamundi, nos han globalizado", sostiene el alcalde, Francesc Colomer.
El recién concluido Rototom Sunsplash, el último en sumarse a esta vorágine festivalera, ha supuesto el paso de casi 20.000 personas diarias por un recinto de 200.000 metros cuadrados y por las calles y playas del municipio, según la organización. Todo un "revulsivo" a final de agosto, cuando otros años empezaba a vislumbrarse cierto declive del movimiento turístico.
Un total de 20.000 personas diarias en el Rototom o 130.000 asistentes totales a la última edición del FIB son cifras esperanzadoras para el tejido hotelero y empresarial local que hay que cuidar. Y el Ayuntamiento es consciente de ello. De hecho, la inversión municipal anual para respaldar y poner en marcha este tipo de eventos musicales y culturales roza el millón de euros, en concepto de seguridad, acondicionamiento de recintos, limpieza, indica Colomer. "Entendemos la cultura como una inversión en producto turístico, en identidad, es una estrategia productiva al servicio de nuestro turismo", resume.
Pero la carrera de fondo para seguir consolidando Benicàssim como ciudad de festivales no acabará en el Rototom. "No nos vamos a detener aquí, no descartamos crear nuevos festivales", indica Colomer. Eso sí, despacio y con buena letra. "Habría que espaciarlos más", sumar nuevas citas "fuera de la temporada álgida" y, sobre todo, seguir la tendencia marcada hasta la fecha. Y apostar por festivales que conviertan a Benicàssim en referente "por su calidad y excelencia".
"No tenemos ningún evento mediocre, porque todos son punteros en sus respectivos campos", ratifica Colomer.
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