Viaje al centro de la Tierra

Estamos bien en el refugio los 33". El papel con ese mensaje devuelto a la superficie por los mineros atrapados a 700 metros de profundidad en una mina de cobre y oro de Chile, en la que que se había producido un derrumbe 17 días antes, se ha convertido en un documento histórico: la constatación de que a veces lo inesperado derrota a lo irremediable. Tan histórico es el papel, que el Gobierno chileno estudia incluirlo entre los documentos que contendrá la urna que será enterrada en Santiago el 18 de septiembre con motivo del bicentenario de la independencia del país y que se abrirá dentro de 100 años.

Víctimas y sobrevivientes de las catástrofes quedan casi siempre perdidos en el anonimato de las cifras. De vez en cuando, sin embargo, un rostro o unos cuantos personalizan el drama o la esperanza. Fue el caso del niño de dos años rescatado en enero pasado por un bombero español de entre las ruinas de la capital de Haití tras permanecer 52 horas enterrado abrazado a su abuelo muerto. O, en otro registro, pero en el mismo Chile, el de los 16 uruguayos supervivientes en 1972 de un accidente de aviación rescatados 70 días después en los Andes.

Casos de mineros rescatados en condiciones extremas hay unos cuantos: los 66 salvados en India en 1989 tras permanecer tres días atrapados en una mina inundada, o los dos rescatados en Australia en 2006 tras 14 días bloqueados al fondo de un yacimiento de oro.

Pero lo de Chile supera todo lo imaginable: 33 mineros que han sobrevivido a esa profundidad desde el 5 de agosto y a los que se va a intentar sacar mediante una operación digna de la imaginación de Julio Verne. Se trata de perforar un túnel de 66 centímetros de diámetro para evacuar en una cestilla y uno a uno a los 33. Pero su construcción llevará entre dos o tres meses, lo que implica garantizar su vida, equilibrio mental y convivencia entre ellos durante ese plazo.

Tarea que exigirá una estrategia a la altura de la desplegada por el profesor Lidenbrock (James Mason en el cine) y su sobrino Axel para llegar, con ayuda de un guía islandés, al centro de la Tierra tras descifrar el criptograma, todo un documento histórico, que señalaba el punto de partida idóneo.