Pequeños musicales grandes
Espectáculos imaginativos en formato reducido conviven con las enormes producciones de la Gran Vía
Se abre el telón y aparecen cuatro tipos feos desperezándose y compartiendo cama. Uno, con barba, bosteza; el otro, con los pelos alborotados, se arranca las legañas; los otros dos se estiran todo lo largos que son. El espectador acaba de descubrir que el sonido de unos bostezos puede convertirse en una excitante canción góspel.
En efecto, estos cuatro gandules están fabricando música con el sonido de sus bostezos. El teatro Alfil está casi lleno en el pase nocturno de Tutto per Gina. Es uno de los estimulantes musicales que se alejan de las grandes producciones de la Gran Vía. Si estos ponen sobre el escenario generosos presupuestos, un centenar de personas, orquesta, vastos escenarios... los otros se las arreglan con apenas cuatro personas, pero sobradas de imaginación.
'Tutto per Gina' se basa en los sonidos de los bostezos de sus intérpretes
"Con una idea original no hace falta más", dice una espectadora
La función de Tutto per Gina ha terminado hace 10 minutos y sus cuatro actores acaban de entrar en el bar de al lado del teatro Alfil. Mientras uno de ellos, Luismi Baladrón, de 43 años, recibe felicitaciones de los espectadores que acaban de disfrutar de la obra, el camarero, que conoce perfectamente sus hábitos, le acerca un doble de cerveza. "Nos gusta tomarnos algo después de la función. Es algo básico para mantener el buen ambiente", dice Baladrón, que exhibe una hoja de servicios envidiable: bajista y corista en discos y giras de Alejandro Sanz, Estopa, Los Secretos o el añorado Antonio Vega. Su compañero de obra, Santi Ibarretxe, ha tocado el saxo y la flauta con Estopa, Ana Belén y Víctor Manuel... Son, en definitiva, músicos curtidos que han aparcado sus puestos de mercenarios de estrellas para centrarse en Tutto per Gina, que ellos definen como "una comedia musical a capela con una planta y un póster de Gina Lollobrigida".
Tiene mucho más este musical: la habilidad de construir una historia descacharrante (cuatro currantes en paro, que acaban en la cárcel, luego viajan a una isla, se hacen millonarios... y ya no conviene decir más) con onomatopeyas y cantos, sin palabras. Bueno sí, hay tres expresiones inteligibles: "Zapatero", "por qué no te callas" y "va macho, joder". ¿Canciones? Todas bastante populares, pero interpretadas como nunca se han escuchado: las bandas sonoras de Grease, La guerra de las galaxias o La Pantera Rosa; Billy Jean, de Michael Jackson; Love me tender, de Elvis; la sintonía del televisivo El hombre y la tierra; un irresistible popurrí de los Beach Boys... En cuanto a la disyuntiva gran musical-pequeño musical, Baladrón apunta: "El problema es que en Madrid falta tradición de grandes musicales, si lo comparamos con Londres o Broadway. Y los de la Gran Vía son demasiado comerciales. Aunque son perfectos para que los actores se curtan". Nuria, de 29 años, salía del teatro Alfil con la siguiente impresión: "Siempre había asociado los musicales a espectáculos grandes, con muchos actores, en teatros grandes, llenos de luces. Y Tutto per Gina ha sido una sorpresa. Te das cuenta de que con muy poquito se puede hacer una obra musical. Es una idea original. No hace falta más".
De opinión similar es Elena Medina, madrileña de 24 años, y actriz protagonista de otro musical pequeño, Pegados, en el teatro Arenal: "En Madrid no hay mucha cultura de musicales. Y está bien que ahora haya muchos, pero se tiende a sacar un beneficio a corto plazo en lugar de construir algo de calidad". Elena sabe de lo que habla: aunque ahora participe en uno pequeño, a los 18 años fue una de los protagonistas del musical de Queen, We will rock you, y luego participó en Jesucristo Superstar. Ahora, en Pegados, afronta un papel complejo e hilarante. La trama va de lo siguiente: una pareja que se queda enganchada (físicamente) haciendo el amor. O sea, Elena se pasa hora y media cantando en posiciones muchas veces de malabarista. "Lo pasé mal cuando vino mi padre a verme. Me dio bastante vergüenza. Cuando terminó la función, se acercó a mí y me dijo: 'Muy profesional, hija".
Otro asunto es el del precio, mucho más asequible, por cuestiones evidentes, el de estos espectáculos más humildes. Por ejemplo: Pegados cuesta nueve euros si se compra la entrada vía Internet. Mundo y final, de la compañía Ron Lalá (teatro Alcázar), también tiene mucho de musical. Cinco tipos descerebrados van tejiendo con canciones un puñado de historietas cómicas. Los tres se encuadran en el género de pequeños musicales grandes.
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