_
_
_
_
me cago en mis viejos III | música

VEINTITRÉS

En medio de la selva de mi chabolo, sentado en el borde del camastro, en gayumbos, observo al pez que lleva el nombre de mi puto sobrino. Me pregunto qué sentido tiene que continúe vivo cuando su hermano está caput. Acaba de cagar el hijoputa, y aún no se le ha desprendido la mierda del culo, que pasea por la pecera como una tripa que me recuerda la corbata de la vieja de mi profe. Ya no tengo ninguna obligación de mantenerlo vivo, a la mierda la comida con olor a sobaco, el anticloro, los cambios de agua... Entonces me viene a la memoria el pez que me cargué en mi infancia. No creo que un asesino de verdad, uno que ahora mismo se encuentre en un pasillo de la muerte de los Estados Unidos de América, recuerde a sus víctimas con la intensidad con la que yo recuerdo a aquel bicho. Cierro los ojos y lo veo en 3D, como si llevara unas gafas interiores, manda huevos. Veo también los charquitos de agua sin oxígeno que ha dejado sobre el parqué. Cuando regreso a la realidad, me acuerdo de que hoy toca cambiarle el agua a este. Que te den, pez de los cojones, digo en voz alta, y me echo a dormir.

Todo lo veo en 3D últimamente, no sé qué cojones me pasa en el cerebro
Más información
Me cago en mis viejos III, por Carlos Cay
Me cago en mis viejos I, por Carlos Cay
Me cago en mis viejos II, por Carlos Cay

Sueño que saco un machete de debajo de la cama, que me dirijo con él a una de las paredes del chabolo y comienzo a abrirme paso entre toda esa vegetación tropical, como Michael Douglas en Tras el corazón verde. Solo que a mí no me acompaña una piba. Al cabo del rato, agotado, y como aquello no conduce a ningún sitio, regreso al chabolo y me echo de nuevo a dormir. Al día siguiente, créetelo, el pez está fuera de su globo de cristal, tieso. Ha saltado de la pecera como otros saltan por la ventana. Veo el cadáver en 3D también, como si alucinara, como si no fuera real, todo lo veo en 3D últimamente, no sé qué cojones me pasa en el cerebro. Lo agarro por la cola para tirarlo al retrete, pero me parece más humano arrojarlo al fondo del patio, así que abro el ventanuco y veo el cordel de pescar muñecas. Llueve. Me asomo, miro hacia arriba. La tía del quinto no está. Rescato el anzuelo, se lo meto en la boca al animal y lo dejo colgando, como si acabara de picar. ¿Tengo o no tengo unas ideas que te cagas?

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_