Oreja razonablemente denegada

Al parecer Pablo Hermoso de Mendoza guardó toda la energía y talento imaginables para el último toro de los tres que le tocaron en suerte, en el mano a mano con el otro rejoneador Leonardo Hernández.

En sus dos anteriores toros se limitó a cubrir el expediente. En ocasiones más preocupado en los alardes circenses que en la ejecución de las suertes como mandan los cánones.

Para el último toro ahí arriesgó más, puso un acendrado empeño en hacer el rejoneo puro, junto a los alardes espectaculares, que dieron gusto al público incondicional que tiene en Bilbao. Claro que no contaba con fallar con el rejón de muerte.

Después de un intento fallido, dejó un rejón trasero y caído. Pese a la insistiencia del público para que el presidente le concediera la oreja, éste no se la concedió con razonable criterio. No se puede matar mal, sea en el toreo a pie o en el toreo a caballo. El caballero Hermoso de Mendoza debe saber que con exhibir una cuadra equina de mucho valor y nombradía (Dalí, Silveti,Caviar,Pirata, Curro, Chenel, Machado,Van Gogh, Patanegra e Ícaro), no basta para ganarse el triunfo, los aplausos, las orejas y lo que haga falta. Apuntamos que en sus dos toros anteriores mató rematadamente mal.

Leonardo Hernández se ganó una oreja, porque ejecutó la suerte de matar con solvencia. Por otra parte, su rejoneo peca de ir demasiado acelerado (imaginariamente parece ir en un Ferrari más que sobre un caballo). De un momento a otro se esperaba que regalara balones de playa de Nivea a los espectadores.

Con todo, consiguió enardecer al público con las banderillas de las cortas y muy especialmente las ejecutadas al violín.

Oreja para Leonardo Hdez. en el arranque de las Corridas Generales