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Reportaje:

Diamantes y patucos

Una banda de mujeres se especializa en robos en viviendas urbanas vacías

Javier Martín-Arroyo

"Hace cinco días a las cuatro de la madrugada vi a un individuo descolgándose de un tercer piso tirando un bolso por la ventana. Al principio, no le di importancia y luego me enteré de que le habían robado al vecino". La inaudita declaración ante la policía de un vecino del Distrito Sur de Sevilla es un ejemplo de la postura -no exenta de desidia y pereza- que adoptan bastantes ciudadanos ante hechos delictivos flagrantes. Este vecino de Sevilla no le dio importancia a la visión de un escalador de balcones en plena madrugada y no llamó a la policía. Su vecino de la acera de enfrente sufrió como víctima.

El rastro que deja un robo en domicilio es a veces muy llamativo: las joyas, los perfumes caros y la ropa de bebé han desaparecido. ¿Por qué? Sus responsables son madres entre 18 y 28 años, de la antigua Yugoslavia y que roban las joyas para la organización y la ropa para sus hijos. El 80% de los robos en viviendas urbanas están perfectamente ejecutados por este clan de mujeres que peina las ciudades andaluzas cada tres meses mediante el "método del resbalón", según fuentes policiales. Es decir, entran en casa ajena con un sencillo plástico que introducen por la puerta para abrir las puertas en la ausencia del dueño de la casa. Llaman al telefonillo y al timbre, y cuando no hay respuesta, entran. Siempre con guantes para no dejar huellas. En diez minutos sustraen las joyas, su único interés. Televisores y ordenadores permanecen intactos.

Las joyas sustraídas se envían a la organización y la ropa para sus hijos
"No cometen fallos ni beben alcohol. Son profesionales", según la policía

La banda procede de Tarragona y Castellón donde tiene su base. Sus profesionales a sueldo son muy conocidas entre los grupos de robos de la policía. "Nunca repiten el mismo barrio, visten con ropa muy normal y envían rápidamente las joyas a la organización, que las coloca en Yugoslavia en cuestión de días".

La organización de esta banda es eficaz y protege a sus ladronas. En cuanto son cazadas por los policías, en solo una hora un abogado de Tarragona llama al móvil del jefe del grupo de robos para asegurarse de su detención. Las mujeres están aleccionadas y nunca rompen su lealtad. Su código es sagrado y las respuestas no varían: "No entiendo español" "Estaba buscando piso para mi novio". Ello a pesar de haber sido pilladas in fraganti con el plástico en la mano.

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Muchas víctimas comentan a los agentes cómo estaban escondidas las joyas: "Agente, yo las tenía muy escondidas en una caja, en una esquina de la casa debajo de...". Pero la psicología funciona en este caso de manera inapelable, y las ladronas conocen perfectamente todos los escondites donde caben diamantes, anillos y colgantes. Las protagonistas de esta organización son "auténticos soldados" con experiencia, determinación y sangre fría. "No cometen fallos ni beben alcohol. Son profesionales", resaltan fuentes policiales, que solo les echan el guante con pericia y suerte. Pero sobre todo tras mucho insistir barrio a barrio. Y cuando son detenidas en alguna ciudad dentro de su gira de robos por todo el país, a los pocos días otro pequeño grupo de mujeres llega a España dispuesta a coger el relevo con documentación falsa que indica una procedencia italiana.

Los robos en domicilios se multiplican en verano en las ciudades de interior como Sevilla, Córdoba y Granada por el calor y en otras como Málaga y Cádiz por los descuidos en que incurre la población. Ventanas y balcones permanecen abiertos con las altas (e insoportables) temperaturas, y esto allana el camino a los cacos.

Especialmente a los conocidos como escalos, que trepan por las tuberías del gas hasta tres y cuatro pisos de altura. Habitualmente, son drogadictos y asumen el riesgo de una leve condena. El último y sorprende detenido, D. C. C., de 30 años, había cometido supuestamente 38 robos en domicilios de Sevilla.

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Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.

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