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La piqueta acaba con 40 años de ilegalidad en la playa de El Puig

Los vecinos asisten curiosos a la demolición de las ruinas del edificio Laika

El edificio Laika dijo ayer adiós a sus 40 años de vida cuando la máquina retrogiratoria se puso en marcha bajo los ojos de numerosos curiosos, como un gran martillo dispuesto a dejar solo polvo tras de sí. El alcalde de El Puig, José Miguel Tolosa, del PP, dio la orden de empezar la demolición y presenció cómo la máquina echaba abajo, pared tras pared, esa casa abandonada que se había convertido en un "foco de insalubridad", donde okupas, ratas e insectos se habían hecho los dueños.

Los vecinos observaban contentos el derribo, después de años luchando contra plagas y contra el miedo de pasar frente a la casa donde, según el alcalde, "se alojaban indigentes y se traficaba". Una vecina, Luisa Gil, presidenta de la comunidad del Edificio Panorámico, situado detrás del Laika, dijo que "incluso" se habían originado incendios y que las ratas e insectos invadían sus propiedades.

Según el alcalde, los promotores del edificio, levantado en los años setenta en primera línea de playa, sabían que no podían edificar, pero la obra siguió adelante y creó un restaurante que funcionó hasta que, hace 12 años, quedó en estado de abandono. Poco quedaba de lo que fue, solo una casita de dos alturas pisando la arena, en estado ruinoso y con una gran cantidad de escombros y malas hierbas a modo de jardín.

Fue en verano de 2009 cuando el Ayuntamiento de la localidad notificó a los propietarios del estado ruinoso de su inmueble, instándoles a derruirlo. Ellos se negaron, por lo que el Ayuntamiento inició un "costoso y lento" procedimiento judicial que acabó con la orden de derribo, cuyos gastos -40.000 euros- pagarán los dueños de la casa.

Tolosa explicó que el Ayuntamiento "no tiene porqué hacerse cargo" del mantenimiento y la limpieza del edificio, solo de que desaparezca, para que la playa del municipio no cuente con una "imagen degradada" y la "seguridad de los ciudadanos no peligre".

El alcalde dijo también que "el proceso natural" seguiría con la ampliación del paseo marítimo que llega desde La Pobla de Farnals. Para ello, deberían también eliminar la casa construida junto al Laika, que pisa la playa igualmente, aunque el alcalde declaró que todavía "no se ha estudiado esa posibilidad".

Aún así, el plan para construir de nuevo donde antes se encontraba el histórico edificio "tardará años en aprobarse", por lo que tanto los vecinos del Panorámico como los del Yalta podrán disfrutar de las vistas durante algún tiempo, un privilegio con el que los habitantes de los pisos más bajos no contaban.

El alcalde, en continua cruzada contra las edificaciones abandonadas o ilegales de su municipio, puntualizó que la antigua alcaldía -que él arrebató al PSOE gracias a los tránsfugas Carmen Palau y José Pérez- había hecho "caso omiso" al problema. Tolosa, en contraposición, decidió que no solo acabaría con el Laika, también con un inmueble de dos bloques ubicado en pleno marjal, casi en el linde del término de La Pobla de Farnals, frente al complejo de Bergamonte, que no se terminó de construir y que con los años ha sufrido "ocupaciones ilegales y actos vandálicos".

Además, una serie de casitas de antiguos pescadores construidas en el siglo XIX se verán afectadas por las demoliciones obligadas por la Ley de Costas, una decisión en la que el Ayuntamiento de El Puig no tiene competencia. Los habitantes de estas viviendas centenarias podrán disfrutar de ellas hasta septiembre, mes en el que se iniciarán los derribos. El verano, sin duda, se les quedará corto.

Vecinos y curiosos observan la demolición del edificio Laika, ayer en la playa de El Puig.
Vecinos y curiosos observan la demolición del edificio Laika, ayer en la playa de El Puig.TANIA CASTRO

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