Puntería metafórica
Los que hayan leído Una noche con Sabrina Love (Anagrama, 2001) no reconocerán el timbre estilístico ni la fuerza inventiva en la última novela que publicó el escritor argentino Pedro Mairal (Buenos Aires, 1970). Me refiero a El año del desierto. Esta novela fue publicada en Argentina en 2005 y ahora se recupera para nuestros lectores en un sello español. Una noche con Sabrina Love (que también fue llevada al cine en 2000) es una novela de formación. Su protagonista era Andrés Montero: un adolescente de 17 años que debía debatirse entre el ensueño erótico-sentimental que la realidad le ofrecía y la mentira lacerante que la ficción le daba a cambio. Nada que ver evidentemente con El año del desierto. Una novela sublime en el arte de las metáforas contemporáneas. Posiblemente el lector argentino la lea en sus propias claves sociológicas e históricas, no teniendo, sin embargo, esta narración nada de historia ni de sociología.
El año del desierto
Pedro Mairal
Salto de Página. Madrid, 2010
314 páginas. 20,50 euros
Empecemos por el principio. En la literatura argentina hay un autor que creó un espacio propicio para las construcciones al filo de los relatos de antelación o ciencia-ficción. Quiero decir: una literatura que trasladaba los hallazgos retóricos de un ballard y funcionaba como esa máquina de pesadillas casi poéticas que creó Philip K. Dick. Me refiero a Marcelo Cohen. Me parece que Mairal sigue esta estela. Pero mientras que la operación de Cohen perdía cierta frescura narrativa en aras de una mayor densidad en la frase, la de Mairal gana en eficacia comunicativa y en puntería metafórica.
La novela de Pedro Mairal está narrada en primera persona. La voz que narra es la de María Valdés Neylán, una secretaria de una empresa que un día descubre que su ciudad, Buenos Aires, está experimentando un retroceso en todos los campos: el histórico, el paisajístico, el urbano, el de la indumentaria, etcétera. ¿Conoce el lector una novela de Paul Auster que se titula El país de las últimas cosas? Pues la sensación que sentí al acabar de leer El año del desierto es muy parecida: desasosiego, pero a la vez una especie de alegría indescriptible por haber leído lo que leí y comprobar que es posible hacer algo así en castellano. El relato de María es su amarga experiencia ante la llegada de la intemperie y la Provincia: dos enemigos que se ciernen sobre la ciudad y que disparan los mecanismos de defensa más sanguinarios. Desdicha, fogonazos de esperanza, búsqueda (literal) del amor perdido, retorno a un mundo desaparecido y desaparición de otro conocido. Decir que esta excelente, muy excelente, novela habla de Argentina es casi una obviedad. Pero es verdad. Como lo es que habla de nuestro mundo, que a veces también parece a punto de desaparecer.
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