Danza vampírica en el Teatro Romano

La nada, la sangre y sobre todo el vampirismo juegan el papel protagonista en Sangrepura 2.0, una obra que presentaron ayer en Valencia Ramón Oller, director y coreógrafo del trabajo, Inmaculada Gil Lázaro, directora general de Teatres de la Generalitat, y Leo Santos, coordinador del centro coreográfico de Teatres. El espectáculo, que se estrenará mañana, dio un vuelco en el camino, viró y cambió el rumbo. Ya no es lo que fue la primera versión de 2002, es una obra completamente diferente, "más espectacular, más madura", reflexionó Oller. La temática será la misma, el argumento girará en torno a la inocencia como "fuerza que despierta las maldades morales", y los vampiros, la sangre y el poder se harán con el escenario y se comerán la pureza.

Pero aumenta el número de bailarines, de 7 a 19, ya que el espacio donde se representará la obra, el Teatro Romano, es un escenario abierto y especial que envuelve la historia en un halo de misterio "ideal" y la hace incomparable con la primera versión. "No habrá envoltorios", dice Oller, serán "los cuerpos de los bailarines los que llenen el espacio", bastante más grande de lo acostumbrado. De este modo, los vampiros podrán morder y atacar a las víctimas a sus anchas.

El presupuesto de este trabajo menguó debido a la crisis, y el equipo tuvo que reinventarse y hacer uso de la creatividad. Aún así, para Inmaculada Gil Lázaro, el resultado ha sido "magnífico".