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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

El sufrimiento de los toros

A pesar de reconocer que la fiesta de los toros es arte, una garbosa danza que diestramente se ejecuta con un imponente animal mítico, tan poderoso que es fácilmente mortal, seleccionado y criado al efecto, la cuestión de si el toro es capaz de sentir dolor similar al nuestro me orilló a tomar una posición a favor de su prohibición en su modalidad actual.

No pude justificar esta impresionante fiesta, a la cual fui expuesto desde niño, al ir tomando conciencia de lo más obvio: el magnífico animal que le da nombre y razón de ser es acosado, acorralado, picado, estocado, descabellado, vencido, muerto y arrastrado.

La evidencia de que el toro siente dolor, tensión, miedo, furia o agonía durante su inútil lucha final es indiscutible. Es posible que no experimente estas emociones como nosotros, pero la sensación dolorosa debe ser comparable a la humana porque el toro tiene idénticos receptores, vías nerviosas, neurotransmisores y similares zonas cerebrales para procesar el dolor. Además, los mamíferos dotados de corteza sensorial, sistema límbico, ínsula, cíngulo, endorfinas y demás aditamentos cerebrales involucrados en la percepción del dolor manifiestan ante los estímulos lacerantes conductas comparables de evasión, gesticulaciones, gritos, condicionamientos y otras expresiones no lingüísticas.

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Aunque no es fácil censurar esta fiesta que ha inspirado tanto gozo estético e inolvidables piezas de poesía, literatura, música y pintura, el análisis de los hechos y la sensibilización de la percepción y la conciencia moral induce a concluir que no se justifica infringir sufrimiento terrible y patente a un animal en aras de un soberbio espectáculo y una tradición estética.

Esto nada tiene que ver con la tradición de matar y comer animales según argumentan Mario Vargas Llosa y Fernando Savater, pues sacrificar animales para alimentarnos de ellos es muy diferente a usarlos en una emocionante danza que acaso no requiera ser aflictiva y mortal. Un arte no se justifica si la sangre, la tortura y la muerte violenta de un ser esplendoroso y capaz de sentir dolor se consideran esenciales a su expresión.- José Luis Díaz Gómez. México.

El Partido Popular parece sufrir un serio problema de identidad política porque si no, no se explica el galimatías que trasluce por sus continuas contradicciones. Tras la prohibición de las corridas de toros en Cataluña pretenden que sean declaradas patrimonio cultural por ley, es decir, combatir la prohibición haciéndolas obligatorias, o casi.

Y eso ignorando que fue precisamente el PP el promotor de la prohibición de los toros en Canarias en 1991 hasta el extremo de que el diputado impulsor de aquella prohibición, Miguel Cabrera, se ha desmarcado de la actitud de su propio partido y ha felicitado al Parlamento catalán por su decisión.

Por otra parte el Partido Popular se erige en defensor de la Constitución e insta al presidente Zapatero a defender el Estado de las Autonomías, pero cuando, según lo previsto en la Constitución, una comunidad legisla algo en el ámbito de sus competencias que no le gusta al PP, lo consideran un ataque.

Está claro que si el Parlamento de Cataluña ha decidido sobre las corridas de toros es porque esa comunidad tiene competencias y facultades para hacerlo, guste o no guste a los demás. Y si al PP le parece mal que alguna comunidad pueda decidir algo que no le cuadra, la solución la tienen muy fácil: que propongan claramente en su programa electoral la revocación de la capacidad legislativa de las comunidades autónomas. Así se ahorrarían muchos berrinches.

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