La explosión de los adolescentes
Cáceres bate el récord europeo júnior de longitud, y Lemaitre logra en los 200 su segundo oro
Al lado de Christophe Lemaitre, el gigante silencioso, que celebra con una, se supone, enorme alegría interior su segundo oro en el Europeo -el velocista blanco francés, tocho y rudimentario, lento de salida, sufrido en la curva, es una fuerza de la naturaleza a la que ningún obstáculo frena que remontó finalmente en los últimos metros para dejar de piedra y plata al británico Malcolm con el último golpe de riñones y una marca discreta de 20,37s para unir el título de 200 al de los 100 metros logrado el miércoles-, Eusebio Cáceres, más recogido y armonioso parece, además de más joven, pues tiene solo 18 años, poca cosa. Y, sin embargo, lo que acababa de conseguir unos minutos antes en el estadio de Montjuïc tiene más valor atlético, sino porque suponía un título, sí como marca, pues acababa de saltar 8,27 metros.
Una referencia para valorarla: a su edad, Carl Lewis, uno de los más grandes de la historia, saltaba 8,13 metros, e Iván Pedroso, a los 19 años, 8,22. Un detalle para apreciar su calidad competitiva, el rasgo de su carácter que más destacan los que le conocen, y que el resume con la frase "tengo muy mala hostia compitiendo", es que logró la marca, evidentemente récord europeo júnior (el anterior, 8,24 metros, del ruso Ochkan en 1987) en el tercer y último intento de la calificación para la final de mañana, a la que llega con la mejor marca, por supuesto. "No, no sabía cuál era el récord europeo", confesó, "sí que sabía que el mundial es de 8,34
[Randy Williams, Estados Unidos, 1972]". ¿Alguna prueba más de su carácter competitivo, de su ambición?
Cáceres, de Onil, Alicante, estudiante de segundo de bachillerato, es, para todos los técnicos un enorme talento natural con una fuerza explosiva única a la hora de batir en la tabla -y que trabaja mucho pues su pasión son las pruebas combinadas: el plusmarquista mundial júnior de heptatlón- y una técnica más que irregular o anárquica. Hace una semana, en Moncton (Canadá) logró la medalla de plata en el Mundial júnior. Su marca, 7,90 metros, la consiguió en el último intento y es la misma marca con la que llegaba al último intento de la calificación. La que superó al volar por fin. "Hace un par de meses cambié mi técnica de vuelo", dijo, sencillo, el pupilo del ex decatleta José Antonio Urueña, "pasé del de extensión al de 3,5 pasos en el aire y veo que ha salido bien".
"Yo", dice Jesús Oliván, una de las grandes promesas en su tiempo del salto de longitud, "intenté cambiar de técnica. A los meses, mi técnico me dijo, 'mejor déjalo, sigue como antes', tan difícil es hacerlo bien".
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