Desagradecidos

Dicen que de bien nacido es ser agradecido, y el Real Madrid ha despedido a dos grandes futbolistas del club (uno de ellos, por lo grande, podría ser realmente galáctico) como si se fueran dos indocumentados que pasaban por allí. El nuevo Florentino se gastó una fortuna en presentarnos a sus dos nuevas joyas y no invitó ni a fantas a Raúl y Guti.

Claro está que el viejo Florentino Pérez despidió a Vicente del Bosque porque no encajaba con la nueva imagen del Madrid -que realmente está dando una imagen lamentable, si ese era el objetivo lo ha conseguido ampliamente- y acto seguido el señor Del Bosque ganó un Mundial.

Por sus actos los conoceréis, amigo Sancho; aquí despedimos a deportistas de los que salen uno entre un millón con una palmadita en la espalda y, si acaso, un partido de homenaje cuando haga menos calor; y recibimos sudando a gota gorda a moros y cristianos.

Pues que sigan así, demostrando que las buenas formas están reñidas con la pretensión de hacer galáctico un club que año tras año no deja de parecerme cada vez más un meteorito a la deriva que malvive a base de vender camisetas por las esquinas, sin una Copa que llevarse a la boca ni unos dirigentes que dejen de ver el fútbol como una plataforma de lanzamiento personal.

Y de clubes roñosos sé un montón por ser bético.