Dos generaciones africanas
Artistas congoleños representantes del movimiento de la pintura popular amparan en una exposición en Bilbao la obra de creadores más jóvenes
El movimiento de la pintura popular africana arraigó en Kinshasa, la capital de la República Democrática del Congo, con sus escenas cotidianas cargadas de ironía y crítica contra los abusos del poder hace ya tres décadas. Animales salvajes convertidos en caricaturas de seres humanos, personajes relacionados con la mitología, y mucho color y fantasía dieron a conocer en Europa los nombres de Bodo (1953) -uno de los fundadores de la pintura popular- Chéri Cherin (1955) y Chéri Samba (1956). Sus obras, junto a las maquetas de ciudades imaginarias creadas con materiales reciclados por Bodys Isek Kingelez (1948), amparan en una exposición de la galería Kalao, en Bilbao, el trabajo de la siguiente generación de artistas congoleños, representados por Rhode Makoumbou, Jean Paul Nsimba Mika, Thonton Kabeya y Gastineau Massamba.
La muestra organizada por la galería Kalao reúne ocho autores
La exposición colectiva reúne artistas de la República Democrática del Congo y de la República del Congo, asentados básicamente en sus capitales - Kinshasa y Brazzaville - y unidos por los lazos lingüísticos y culturales de las comunidades de las dos orillas del río Congo. El corte entre las dos generaciones reunidas en la exposición también queda patente en los precios: por 500 euros se pueden adquirir obras de pequeño formato de los artistas más jóvenes; las piezas de Kingelez, Bodo, Chéri Cherin y Chéri Samba arrancan a partir de 3.500 euros y llegan a los 9.000.
El galerista Jesús Ahedo se muestra especialmente orgulloso de contar en la exposición con una maqueta de Kingelez, uno de los artistas africanos contemporáneos que ha alcanzado una cotización más elevada en los mercados occidentales. Kingelez imagina con sus maquetas una nueva metrópolis africana, creando a partir de papel, cartón y plástico reciclados una ciudad utópica, con sus edificios, avenidas, estadios, parques y monumentos. Para el artista son proyectos de regeneración. "El arte supera al conocimiento", dice. "Es un vehículo para la renovación individual a través del aumento del bienestar general".
Kabeya, pintor y escultor, destaca por la singularidad de sus obras. El artista, de 30 años, modela con cera cabezas humanas que recubre con cáscaras de huevo. Makoumbou, en cambio, se considera una archivera de la memoria cultural que recrea el rol de la mujer tradicional africana con figuras rellenadas con serrín.
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