_
_
_
_
Crítica:EXTRAVÍOS | ARTE | Exposiciones
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Archivo

El sesudo Langley Collyer, en cierta ocasión, le comunicó a su hermano Homer, cuya innata sensibilidad artística se había exacerbado al quedarse progresivamente ciego a partir de la adolescencia, lo que él llamó su "Teoría de los Remplazos", por la que, en la naturaleza, y, por tanto, en la vida humana, de forma periódicamente fatal, ocurría siempre lo mismo con diferentes personajes. Invirtiendo el conocido proverbio, algo así como "los mismos collares con distintos perros". De esta manera, si alguien lograse identificar y clasificar los collares o casilleros disponibles, importaría poco quiénes y cómo fueran sus circunstanciales usuarios. Sobre la base de este simple y desesperado principio, el mundo no era para Langley sino un archivador, más o menos atestado de seres y cosas intercambiables, y el hipotético resto, la nada.

Así arranca la dramatización romancesca con la que el escritor estadounidense E. L. Doctorow (Nueva York, 1931) recrea la historia de los hermanos Collyer, individuos reales que alcanzaron una cierta notoriedad pública al descubrirse, tras la muerte de ambos, lo que había en su destartalada mansión en la zona más exclusiva de la Quinta Avenida de Nueva York, pues la casa estaba abarrotada de una insólita acumulación de los enseres más aparentemente incongruentes y disparatados. Recuperados de la sorpresa ante un semejante abigarramiento de objetos sin sentido, los cronistas de la época liquidaron la ardua cuestión de por qué unos jóvenes, apuestos y muy dotados herederos, se habían encerrado de por vida para dar libre curso a tan delirante manía acumulativa, mediante el fácil expediente de etiquetarlos como un par de extravagantes chalados.

En su reciente novela, lacónicamente titulada Homer y Langley (Miscelánea), Doctorow va poéticamente más allá de esta interpretación mostrenca e imagina a los Collyer como dos cenobitas empeñados en convertirse en "archivos vivientes". Nacidos en la próspera América de fines del XIX, el trágico punto de inflexión en la existencia de los hermanos Collyer significativamente coincidió con la decisiva intervención de su país en la Gran Guerra, a partir de la cual Estados Unidos se convirtió en la potencia hegemónica del siglo XX. Es verdad que Langley, apto para el servicio, combatió en Europa, y que esta traumática experiencia le dejó las correspondientes huellas físicas y psíquicas, pero, aun así, fueran cuales fueran estas, ni participar en una guerra, ni el hecho de que sus ricos y respetados padres muriesen entonces a causa de la mítica gripe española, justifican el enclaustramiento de dos hermanos con un porvenir, desde todos los ángulos, tan prometedor. En cualquier caso, según su país fue abriéndose y conquistando progresivamente el orbe, los Collyer se encerraron cada vez más en su universo privado, al que solo accedían ecos ensordecidos de la agitación exterior.

Desde esta peculiar perspectiva invertida, Doctorow no solo revisa la historia contemporánea de su país, sino cómo dialécticamente la afrontan dos hermanos, uno de los cuales posee una aguda mente analítica, mientras que el otro encarna el prototipo de un artista. Esta conversación entre ambos produce toda clase de destellos, pero el rastro material es un monstruoso archivo. En principio, el archivo garantiza la memoria de las cosas pasadas, pero, en nuestra época, lo que se quiere preservar a toda costa es paradójicamente el futuro, lo cual no es solo una inversión de la perspectiva tradicional, sino vivir con la ilusión de no abandonar jamás la infancia, una ilusión mortal por necesidad.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_