El capital riesgo busca un oasis
El sector dispone de 4.500 millones de euros para invertir en un año que mejora
Como si despertara de un mal sueño a media noche, el capital riesgo (private equity) busca excusas para la alegría. En estos momentos, dice Pablo Mañueco, socio de Analistas Financieros Internacionales (AFI), el sector tiene 4.500 millones de euros (menos de la mitad de lo que los expertos estimaron el año pasado) dispuestos para invertir. "Este ejercicio, el número de operaciones debería repuntar. Y materializarse, definitivamente, esta mejoría en 2011", aventura Mañueco. Por el contrario, a Javier Echarri, secretario general de la Asociación Europea de Capital Riesgo e Inversión (EVCA), este volumen de fondos "le inquieta", pues representa una cantidad muy limitada frente al tamaño de la economía española.
El capital riesgo, en el primer semestre, invirtió en España 1.091 millones
Las dudas sobre la economía española limitan la creación de nuevos fondos
Por ahora, en el primer semestre, la inversión de las firmas de capital riesgo en nuestro país alcanzó los 1.091 millones, un 43% más que en igual periodo de 2009. Estos son los datos que esta semana daba a conocer la Asociación Española de Entidades de Capital Riesgo (Ascri). Datos que han sorprendido positivamente, "pues veníamos de unos primeros tres meses que habían sido muy planos", reflexiona Ramón Cerdeiras, presidente de Ascri. Y precisa: "Lo que demuestra que se ha tocado fondo y que la actividad mejora". También, y esto es importante, ha crecido la captación de nuevos fondos (1.100 millones). La mitad de ellos levantados por operadores españoles.
De cualquier forma, hay que limitar el optimismo, pues serán operaciones menos apalancadas (hallar financiación resulta muy complicado), y, para compensarlo, las entidades de capital riesgo tendrán que aportar más recursos propios si quieren levantarlas. A cambio, la penalización que sufren las compañías españolas, a ojos del inversor internacional, "provoca que las firmas de private equity puedan entrar a precios atractivos", precisa Javier Rivero, experto en capital riesgo. Oportunidades hay, por ejemplo, en el sector servicios, ya que representa el 60% del PIB y está fragmentado. Peso y disgregación, dos variables perfectas para esta actividad.
Lo que está claro es que la industria no puede permitirse el lujo de dejar pasar en blanco este año, como lo hizo en 2009. "Tiene que invertir sí o sí", aventura Mikel Bilbao, socio responsable de capital riesgo de GBS Finanzas. "Los fondos eficientes están invirtiendo en procesos de venta de sus participadas. Fundamentalmente, las joyas de la corona. Y, a la vez, recuperando la cultura de la subasta [oferta en sobre cerrado por una compañía de alta capitalización]", reflexiona Bilbao. "Incluso habrá oportunidades para fondos de distress [especializados en la compra de activos en mala situación]", apunta Javier Rivero.
El optimismo llama a la puerta de esta actividad. "Hay un stock muy importante de dinero dispuesto para invertir, ya que en los dos últimos años apenas se han cerrado operaciones. Hay oportunidades de inversión a precios razonables. Este año y el próximo serán muy buenos para el private equity porque va a dar unas plusvalías muy importantes", prevé Félix Guerrero, director general de GED Iberian Private Equity.
Poco a poco, la actividad retorna al sector. Las operaciones en el mercado que afectan a fondos de mediano tamaño (lo que se conoce en la jerga como middle market), esto es, entre 10 y 100 millones euros, reclaman su protagonismo. En lo que llevamos de año se han contabilizado 15, frente a las 16 del primer semestre de 2009. Ahí están las ampliaciones de
Avanza (liderada por el fondo Doughty Hanson), Cortefiel (CVC y Permira) y Ahold Iberia (Permira), así como las inversiones de
Aciturri (Madrigal) y DLJ South American Partners (Grupo Santilla). Otras operaciones destacables son Casesa (Baring) y Grupo Inforpress y Bio-oils (GED).
Hay opciones si se sabe discernir entre el grano y la paja. "Estamos viendo posibilidades de crecimiento en el sector en empresas que tienen implantación en Latinoamérica o través de la compra de algún competidor más débil, aunque sin problemas financieros", dice Álvaro Mariátegui, consejero delegado del fondo Nazca.
El gran problema es que aún persisten impedimentos estructurales. Hay vendedores y compradores, pero, al igual que sucedió el año pasado, les separa lo que piden unos y lo que ofrecen otros. "El gap de precios es el gran escollo para cerrar operaciones", afirma Javier Loizaga, presidente de Mercapital, que, con unos 1.300 millones de euros de capital bajo gestión, es uno de los principales actores de esta industria.
En este ambiente de atonía, la agitación surge de la posible compra de Abertis por parte del fondo británico CVC de la mano de ACS y La Caixa. Es una operación de 8.000 millones de euros, la más grande de su género que hay hoy en Europa. "Pero sacarla adelante no será fácil. Está muy verde aún. El nivel de apalancamiento que se exige es enorme", desgrana una fuente que participa en esta partida. "Ahora bien, creo, y esta es la sensación que tienen, por ejemplo, en Abertis, que la operación saldrá; si no es con CVC será con otro fondo, pero saldrá; aunque haya que apalancarse menos, sobre todo porque el peso e influencia de Florentino Pérez es enorme. Y es, además, la forma de despejar su camino en Iberdrola".
Sin embargo, el sector también está siendo crítico con esta propuesta. "La operación con Abertis no es de private equity, sino de infraestructuras. El capital riesgo busca unas plusvalías del 20% o el 25% en el retorno de la inversión. Y aquí hablamos del 5% u 8%. Lo que se ve es que cuanto mayor es el fondo mayor es la presión por invertir", ironiza un representante de esta industria.
Sea como fuere, una vez superada esa atonía, aparece de nuevo el optimismo. "Tengo fe en las compañías españolas, mucho más que en el país. Hay que invertir en empresas que resulten competitivas fuera de España, con capacidad exportadora. Este es el futuro del sector. Y es que existe una oportunidad a la hora de financiar su expansión internacional", resume Loizaga.
Como en otras facetas de la vida, el compromiso, en el capital riesgo, es virtud irrenunciable. "La inversión en private equity es a largo plazo y hoy para mucha gente es más sencillo mirar a corto y buscar la liquidez que proporcionan algunos productos bancarios", explica Juan Roure, profesor del IESE. "Y esto es un lastre para la industria".
Está claro que este año, aunque mejor, será aún complejo. No ha habido operaciones de Management Buyout (adquisición de una compañía por sus gestores) tan grandes como en otros ejercicios y el fund raising (levantamiento de fondos nuevos) está, a pesar de las cifras de Ascri, "absolutamente imposible", según Loizaga. Aun así, "estamos en un año de transición, lo que no quiere decir que sea un ejercicio perdido. Pues no hemos visto grandes defaults (a excepción de Panrico) ni tampoco una destrucción brutal de valor", analiza Fernando García, socio responsable de private equity de
KPMG.
Y es que el gran handicap, por ejemplo, a la hora de crear nuevos fondos "es, sobre todo, las dudas que suscita la economía española junto a la nueva regulación financiera, que afectará a banca, seguros y fondos de pensiones", dice Javier Echarri, secretario general de EVCA. Y puntualiza: "Esto dificulta y ralentiza la toma de decisiones de inversión". Tampoco ayudan los problemas que algunos importantes fondos están hallando a la hora de que sus inversores cumplan con sus compromisos.
Un fondo no tiene el dinero que necesita. Lo pide a sus inversores, que son quienes se comprometen a aportarlo. Para ello firman un contrato leonino, en el que tienen elevadas penalizaciones en el caso de incumplimiento. Pues bien, más de un fondo que cuenta como inversor de referencia con una caja de ahorro está viendo cómo la entidad no puede hacer frente a su compromiso de inversión, y se encuentra con la disyuntiva de ejecutar esa penalización o tener más paciencia con quien, a la postre, es su cliente.
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