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Reportaje:TOUR 2010 | 13ª etapa

Llega el día, llegan los Pirineos

Cuatro días de montaña decidirán el duelo entre Schleck y Contador

Carlos Arribas

Habla Andy Schleck vestido de amarillo y hay que frotarse los ojos para verificar que, en efecto, está vestido de amarillo, porque más que palabras de líder de la carrera, definitivas, las suyas son las de un aspirante, desiderativas. Habla, eso es, como el estudiante que cree que lleva bien el examen pero, al mismo tiempo, duda. "Mañana es el día", dice, hablando de hoy, porque hoy, claro, llegan los Pirineos .

Así es el duelo, tan insólito, entre dos amigos que hasta ahora se han dedicado a darse cariñosas collejas de 10s, a los que el destino forzará a llegar al punto de ruptura. Así es el duelo, más insólito, en el que el que va el primero sabe, temeroso, que el que va segundo, a solo 31s, es el que elige las armas, el lugar, los Pirineos; en el que el líder aparente, Andy, se ve obligado todos los días a quedarse en la llegada una hora para dedicársela a la prensa y a los controles, al estrés y a la falta de horas de reposo; en el que el líder virtual Contador libra el trámite con cuatro palabras dichas a la carrera para llegar el primero al hotel, al descanso. "Estoy seguro pero nervioso", dice Andy. "He hablado con Alberto durante la etapa, pero no de tácticas, claro, sino de cosas ajenas al ciclismo, y le he visto tan excitado como yo. Ha llegado el momento en que nos la jugaremos entre él y yo. En los Pirineos hay cuatro etapas, y tres serán decisivas, una de ellas la de Pailhères".

"He hablado con ALberto, y le he visto tan excitado como yo", dice Andy
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Los Pirineos serán cuatro etapas, desde hoy hasta el jueves, y un día de descanso el miércoles en Pau, un empacho de montes ?ninguno de los grandes cols, ni los históricos, Tourmalet, Aspin, Peyresourde, Aubisque, Marie Blanque, ni los más nuevos, Pailhères y Balès, se quedan fuera del mapa?, porque hace 100 años justos que el Tour, entonces, en 1910, un niño de siete años con síntomas de agotamiento, decidió lanzar a los ciclistas por territorios salvajes en los que campaban los osos como acto desesperado de supervivencia. El año siguiente, en 1911, entraron los grandes Alpes, y desde entonces no se entendería el Tour sin la visita obligada a los dos grandes macizos, los lugares en los que se han inventado las leyendas, creado los mitos.

"Los Pirineos los creó Dios no para separar Francia de España, sino para separar los escaladores de los ciclistas del montón", Christian Laborde, poeta de Pau, escribe, y Alberto Contador, escalador de Pinto, suscribe. Contador conoce la alegría más profunda que pueda sentir un ciclista, la conoció en el Plateau de Beille, el puerto cuyo solo nombre asusta, hace tres años, cuando desafió ingrávido al alado Rasmussen, y al día siguiente bailó con él el mambo del Peyresourde. Contador, chico de memoria, no puede olvidarlo, no puede ir contra su instinto, sobre todo en los lugares en los que ha dejado ya su señal, aunque prometa, aunque diga que no atacará si no es necesario, que no atacará por atacar, que no arriesgará más de la cuenta, que no se moverá si no tiene las cosas claras. En 2007 ganó en el Plateau de Beille después de superar el terrible Pailhères, el puerto cálido como un horno con la puerta cerrada que también se subirá hoy ?y donde estará el padre de Purito animando a su hijo, que quiere ser más grande? antes de terminar en Ax; también en 2007, antes de danzar con Rasmussen en el Peyresourde, atravesó la estepa del puerto de Balès, el que precederá mañana el descenso a Luchon; y sabe que la etapa del martes, la de los cuatro gigantes encarados por el pelotón a partir de las cuatro de la mañana, noche oscura como boca de lobo, hace 100 años, es la que dio origen al mito; y también, que para mito, el Tourmalet, en cuya cima se cierra el ciclo pirenaico el jueves.

Contador sabe que ante la llamada de los Pirineos poco importan los cálculos, aunque ahora, en vísperas, diga que con 31s de desventaja iría tranquilo a la última contrarreloj, y sabe también que sus victorias deben tener una firma distinguida, por ejemplo, con la forma de un pistoletazo en solitario en una cima histórica. Y, sobre todo, que tiene fuerzas, talento y forma para conseguirlo.

Schleck y Contador, que aprovecha un momento de calma para comer, durante la etapa de ayer.
Schleck y Contador, que aprovecha un momento de calma para comer, durante la etapa de ayer.REUTERS

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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