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Desde el Pacífico | OPINIÓN
Columna
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Silicon Valley contra Hollywood

LA VICTORIA de dos mujeres en las primarias de California, ex consejeras delegadas de gigantes tecnológicos, ilustra el creciente interés de Silicon Valley por la política cuando proliferan decisiones gubernamentales sobre herramientas cada vez más presentes en nuestras vidas. Meg Whitman, ex consejera delegada de eBay, ganó las primarias republicanas el mismo día que Carly Fiorina, ex responsable de HP, obtenía la candidatura a senadora por el mismo partido.

Sus fortunas personales han desempeñado un papel significativo. Whitman desembolsó 70 millones de dólares, de los 1.200 millones de su patrimonio, para la campaña. Más modesta, Fiorina puso 5,5 millones de los 100 millones de dólares de su capital personal.

Si bien la mayoría de los grandes empresarios son republicanos, el sector tecnológico se define como "socialmente liberal". Sin embargo, ambas atípicas ejecutivas se han pronunciado contra el derecho al aborto, aunque con diferentes grados de claridad.

Es innegable que cada vez más mujeres ocupan puestos ejecutivos. Desde Carol Bartz, máxima responsable de Yahoo!, a Caterina Fake, creadora de Flickr y Hunch, o Sandy Jen y Elaine Wherry, fundadoras de la mensajería instantánea Meebo. En los medios de comunicación online Ariana Huffington dirige Huffington Post. La irrupción de Whitman y Fiorina en el escenario electoral ilustra el progresivo interés de Silicon Valley por la política. Otros datos lo confirman: los donativos de individuos y comités de acción vinculados al sector crecieron un 43% entre 2004 y 2008, cuando se celebraron las dos últimas elecciones presidenciales, según OpenSecrets.org.

Google, por su parte, multiplicó por cinco -de 800.000 dólares a cuatro millones- su partida destinada a Washington entre 2006 y 2008. Y durante el primer trimestre de este año ya ha gastado el 57% más que en el mismo periodo el año anterior: 1,4 millones. "La tecnología puede ser complicada", explica Mistique Cano, portavoz de la empresa. "Estamos convencidos de que nos beneficia invertir tiempo ayudando a que la gente la entienda. La tecnología desempeña un papel cada vez mayor en la vida y la economía".

Del desprecio al interés por la política. Tres elementos explican el cambio de Silicon Valley. El primero, descubrir el impacto de Washington en asuntos empresariales, como el juicio contra las prácticas monopolísticas de Microsoft. Después advirtieron que variables esenciales para su desarrollo dependían de decisiones tomadas a nivel nacional: los reglamentos y las leyes sobre la telefonía móvil, la neutralidad de Internet, la propiedad intelectual... Esta última, por ejemplo, en la que que mantienen posiciones divergentes con Hollywood, les obliga a combatir a las industrias cinematográfica y musical, que llevan decenios deambulando por los pasillos de la Cámara de Representantes, del Senado y de la Casa Blanca.

Finalmente, no hay política sin dimensión simbólica. Tras dos gobernadores californianos oriundos del mundo del celuloide, Reagan y Schwarzenegger, una mujer procedente del mundo del silicio podría acceder al poder. En términos medibles, las contribuciones políticas del norte de California, cuyo polo de actividad se centra en la bahía de San Francisco, han rebasado las del sur y Los Ángeles, a pesar de que allá residan dos terceras partes de la población del Estado.

Muchos piensan que hoy las computadoras contribuyen más que las películas a la imagen que Estados Unidos proyecta fuera. Apple es más popular que Disney. Este fenómeno requiere una traducción política. Nada garantiza que Whitman o Fiorina ganen, pero su victoria en las primarias invita a atisbar un futuro probable en el que Estados Unidos -y otros países con un sector tecnológico dinámico- exhiban una clase política más al tanto de los asuntos de tecnología. No sería una mala noticia.Desde el Pacífico

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