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Un mendigo mata a una 'gorrilla' porque quería robarle su puesto

Defender su medio de vida le llevó a la muerte. La indigente María Concepción Aguado Carmona, de 46 años, murió al mediodía de ayer a consecuencia de un golpe que le propinó otro mendigo. El agresor exigía la plaza de aparcacoches informal (gorrilla) que tenía la mujer en el mismo lugar en el que vivía: bajo el puente de Vallecas. La víctima recibió tal golpe que perdió la vida casi en el acto. La policía detuvo a Pablo Barbero, de 48 años, como supuesto autor del homicidio. Este crimen eleva a 23 las muertes violentas registradas en la región en lo que va de año.

Sobre la una de la tarde Barbero se acercó a la mujer. Le exigió que le diera todo lo que había ganado por la mañana y que se marchase del aparcamiento. Quería quedarse con el puesto que compartían -ella pedía la voluntad a quienes aparcaban por la mañana bajo el puente y él hacía lo mismo por la tarde-. Concepción Aguado se resistió y comenzó la pelea entre dos coches estacionados. El supuesto agresor la golpeó y le produjo un traumatismo craneoencefálico muy grave, con posible rotura de la base del cráneo. Unos testigos lograron parar un coche policial, cuyos agentes detuvieron in fraganti al presunto autor. Los facultativos de una UVI móvil del Samur intentaron reanimar a la víctima durante media hora.

Algunos amigos de Concha explicaron que la mujer había vivido muchos años en la zona próxima al hospital Niño Jesús hasta que se trasladó al bulevar de Vallecas. Era socióloga, según varios testimonios. La separación de su marido le resultó "traumática", según Alfredo, un amigo de la víctima. Le hizo caer en el mundo de la droga y acabó perdiendo el trabajo y la mayor parte de sus bienes. Se instaló junto con Alfredo bajo el puente de Vallecas hace unos 15 meses.

Según sus amigos, a Aguado le quedaba poco tiempo de estar en la calle: le habían concedido una ayuda social. Con su tarea de gorrilla, desde las seis de la madrugada hasta el mediodía ganaba entre 20 y 25 euros diarios. "Con ellos malvivía. Era una persona genial, muy buena. Nunca se metía en problemas, no como el sinvergüenza que se la ha cargado por pura envidia", se quejaba Alfredo.

De igual opinión era Manuel, otro amigo de la víctima: "Esta mañana he estado con Pablo [el supuesto culpable] y me ha enseñado una navaja. Me ha dicho que se la iba a clavar a alguien. No he seguido hablando con él porque ya había bebido bastante". El presunto homicida había trabajado como vigilante de seguridad. Al igual que la víctima tenía numerosos antecedentes por delitos menores, según la policía.

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