Jugarse el pellejo en Natzaret
Los vecinos del barrio valenciano cruzan las vías del tren para evitar rodeos
Se aleja unos pasos, mira hacia atrás, ensaya un trote ligero y ¡zas!, cruza las vías del tren; así una vez, otra y otra... Un goteo perezoso de ciudadanos reta cada día a la suerte al cruzar las vías férreas a su paso por el Camino de Moreras, la espina dorsal del futuro barrio hermano de Natzaret en Valencia. "Es sencillo", explica Julio Moltó, portavoz de la asociación de vecinos del barrio. "Los que quieren ir a los centros comerciales de la avenida de Francia cruzan las vías por aquí, los que quieren llegar a la Ciudad de las Artes y las Ciencias sin dar un rodeo enorme vienen por aquí también". Y por aquí, por la ribera sur del antiguo cauce del río Turia, por donde pasan los convoyes de Renfe a toda velocidad antes de ganar el subsuelo para llegar a El Cabanyal, los vecinos dejan la tierra empolvada de Natzaret para ganar el césped simétrico del paseo de la Alameda y la avenida de Francia.
El problema de Natzaret y alrededores, entre otros, es cómo entrar y salir de sus calles. El cauce antiguo del Turia, desde la Ciudad de las Artes y las Ciencias hasta el mar, se quita el disfraz de jardín para volver a ser un río. El agua de las lluvias y el empuje de la mar salada le dan el caudal. Así, la ribera norte linda con la Alameda y sus sauces y flores, mientras que la sur presenta un paraje de edificios larguiruchos rodeados de solares vacíos del futuro barrio de Moreras, a espaldas de Natzaret. Si una de sus fronteras es el río, otra la forman las vías del tren. Moltó pide que se repongan las vallas de seguridad que dificultan el acceso a las vías por la parte de Moreras y que se habilite un paso bajo el puente ferroviario para llegar hasta el parque Oceanográfico. "El otro día vino Ramón Isidro [concejal de Desarrollo Sostenible]", cuenta Moltó, "y justo pasó uno por las vías. Se quedó alucinado, dijo que eso no podía ser".
Mientras la sorpresa del concejal se convierte en una acción del gobierno local, los vecinos siguen cruzando las vías. Si tardan tanto como en desmontar las vallas del circuito de fórmula uno, aun ensambladas, tendrán que esperar un tiempo.
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