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LA COCINA DE DEL BOSQUE | SUDÁFRICA 2010

Paloma, la mala de la película

La jefa de prensa de la selección vive en tierra de nadie: para los jugadores es la aliada de los medios y para los medios es el muro

España acaba de ganarle a Rusia el pase a la Final de la Eurocopa 2008 en Viena y el capitán, Iker Casillas, siempre atento a todos los detalles aunque no lo parezca, la descubrió sentada en la segunda fila del autocar. Paloma Antoranz lloraba tan desconsoladamente que Iker se asustó, porque no era la emoción propia de quien trabaja en la federación como jefa de prensa, tras una victoria histórica.

Casillas le preguntó la razón de tal disgusto. Enfilaba ya el autocar la salida del Prater cuando Paloma confesó: "Perdona, pero me acuerdo de Genaro", se la escuchó entre sollozos. Fallecido poco antes del inicio del Europeo, Genaro Borrás fue responsable médico de la selección durante casi 10 años y sigue siendo, para los que le conocieron, un referente humano. En medio de la fiesta, Casillas se acercó a Luis Aragonés y pidió permiso para actuar. Luis le hizo caso, quitó la música, cogió el micro y pidió al grupo que le dedicara aquella victoria al amigo muerto. El aplauso fue tan cálido que alguno terminó peor que Paloma Antoranz.

Es supersticiosa. En Austria llevó durante el torneo un fular de amuleto

Dicen que la señora que se sienta al lado de Vicente del Bosque y de los jugadores en las conferencias de prensa es despistada, trabajadora, tenaz, divertida, coqueta, y que si algo le gusta es ir de compras. Nacida en la calle de O'Donnell de Madrid en 1970, debe ser tremendamente paciente porque a diario negocia para más de 40 medios acreditados las citas con los 23 internacionales. "En esto debe haber algo malo y para nosotros, Paloma encarna lo peor", bromea del Bosque al hablar de ella.

Estudió el colegio Pureza de María del barrio de La Estrella y luego, periodismo en el CEU de Madrid. Al acabar, hizo un máster de dirección de empresas deportivas en el COE y en 1996, entró de becaria en la agencia Efe. El mismo año comenzó a colaborar en el departamento de prensa de la federación y lo compaginó con el ejercicio periodístico en Efe. Allí conoció a Luis Villarejo, referente del periodismo deportivo nacional y su esposo desde 1998. Paloma es madre de Alberto, un niño de siete años, fan de Raúl y del Madrid, tan sincero como los niños de siete años: ayer le dijo que no tenga prisa, que hasta después de la final no hace falta que vuelva a casa.

Paloma Antoranz es la mala de esta película: los jugadores la ven como una aliada del periodista y los medios, como un muro que protege a los futbolistas. Así que Paloma vive sola en una trinchera cavada en tierra de nadie. Su trabajo no es fácil: "Como soy chica, muchos jugadores se cortan a la hora de pegarme la bronca". Dice que tiene suerte de que el grupo esté lleno de excelentes personas y explica que el momento más crítico llega al final de los partidos, cuando los jugadores deben cumplir sí o sí con los compromisos impuestos por la FIFA. Es decir, atender a las teles con derechos.

Supersticiosa, no desvela la cábala que mantiene desde que empezó el Mundial. Pero en Austria se la vio cada día de partido con un fular al cuello -prenda que odia- a pesar de que algunas noches en Viena el calor fuera sofocante. "Formaba parte del uniforme y me lo puse el primer día, pensando en que no lo usaría más, pero se convirtió en mi amuleto". Con ese fular se tapaba la cara la noche del 26 de junio, cuando Iker la descubrió llorando desconsolada al recordar a Genaro. El doctor Borrás estaría orgulloso de ver cómo Paloma, la mala de la historia, saca adelante su faena sin estrangular a nadie.

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