La cara B del riesgo
Las pequeñas agencias de 'rating' intentan hacerse un hueco entre las tres grandes
El monopolio de facto que representan las tres grandes agencias de calificación de riesgos (Moody's, Standard & Poor's y Fitch) ha ocultado la existencia de un amplio número de calificadoras de menor tamaño que están reclamando protagonismo y, también, su parte del negocio. Pero no les va a resultar fácil.
Se estima que solo Moody's controla el 40% del mercado mundial. Y, desde hace tiempo, los tres gigantes, más la cuarta en discordia, la también estadounidense A. M. Best, han extendido su influencia mediante acuerdos de asociación con otras firmas para ampliar su dominio. De hecho, las cuatro compañías que dominan este negocio tienen afiliados en Asia y Latinoamérica.
Veamos los números más de cerca. De las 64 calificadoras (ver cuadro resumen) analizadas por El PAÍS, 16 tienen la consideración de afiliadas a algunos de los tres pesos pesados del sector. Y lo que sorprende es que más de la mitad, en concreto siete, corresponden a América Latina. ¿Qué buscan en este continente?
Las firmas pequeñas tienen su campo de batalla en las emisiones locales
Por una parte quieren explotar el potencial económico de la región y, por otro, "los datos que publican algunos Estados no son muy fiables. Ahí está el ejemplo de Argentina y la desconfianza que producen las tasas de inflación que da a conocer. En este escenario, las agencias más grandes se están aprovechando de ser las que tienen una mayor difusión", reflexiona Miguel Arregui, experto de Analistas Financieros Internacionales (AFI).
Aunque existen más razones. Para asegurarse el éxito de una emisión, las grandes empresas o entidades financieras recurren a las agencias más poderosas porque "esto les garantiza credibilidad frente a los inversores, ya que estas calificadoras tienen el reconocimiento del mercado", precisa Lorenzo Dávila, jefe del departamento de investigación del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB). Y añade: "Colocar una emisión es muy caro, y nadie quiere fallar". Una firma grande da más garantías de acierto. Esto provoca que las agencias medianas y pequeñas no puedan competir en la calificación de emisiones ambiciosas y tengan, por tanto, que centrarse en emisiones locales o, como mucho, regionales. Pero qué sucedería si las pequeñas y medianas pudieran confrontar sus calificaciones con las de las grandes.
"Que haya más o menos calificadoras no cambia nada. De hecho, que exista más competencia puede ser, incluso, negativo. Porque para buscar mercado las agencias pueden ser más agresivas en los mensajes", desgrana José Luis Martínez, economista jefe de Citigroup. Sin embargo, hay miradas distintas. "Un mayor número de calificadoras podría generar el cálculo de un rating, cuya media, en principio, pudiera parecer más justa", puntualiza Francisco López Ollé, analista de X Trade Brokers. Y es que la desconfianza se ha instalado en el mercado.
"Los inversores han empezado a tener un mayor cuidado en analizar por su cuenta los títulos que adquieren y a considerar las calificaciones como lo que son: una opinión experta e independiente, pero no una garantía", admite Alberto Ramos, director general de la agencia mexicana HR Ratings. "Los ahorradores y emisores dan más peso a la calidad del análisis y al servicio que al nombre de la calificadora", añade.
Pocas dudas hay de que las agencias pequeñas y medianas conducen su estrategia hacia lo pequeño o local, donde piensan que compiten de tú a tú con las grandes. Este es el espacio en el cual se ha refugiado Care Ratings, la segunda calificadora más grande de India. Su director, Rajesh Mokashi, explica que tanto S&P como Moody's y Fitch desempeñan un papel básico en América y Europa, pero "son muy importantes también las agencias regionales".
Esta misma estrategia de lo pequeño es la que traza Malaysian Rating Corporation (
MARC). "Los análisis que elaboramos se limitan a Malasia y emisiones de fondos nacionales", precisa Rajan Paramesran, vicepresidente de la calificadora. "Eso sí", añade: "La metodología de nuestros ratings es más o menos similar a la de S&P, Fitch y Moody's".
Y es en este momento cuando aparece una pregunta de peso, ¿califican mejor, o sea, con menos margen de error, estas pequeñas y medianas firmas que las grandes? Caroline Creighton, vicepresidente de comunicaciones de DBRS, la mayor calificadora canadiense, da alguna pista: "Desde nuestros comienzos, hemos mantenido una filosofía de rating estable y constante a través de los ciclos económicos. Los cambios en los ratings se hacen por razones estructurales, no por factores cíclicos". Una crítica velada, sin duda, a los poderosos de esta industria.
Sea como fuere, la proliferación de estas agencias de tamaño reducido es tal que, incluso, operan en países como Nigeria (Agusto & Co), Bangladesh (Crab) o Pakistán (Pacra), lugares donde para ser rico hay que tomar la precaución de haber nacido rico. Entonces, ¿cuál es su misión en estos territorios? La respuesta la da Lorenzo Dávila: "¿Te fiarías de una emisión respaldada por una agencia de Nigeria o de Bangladesh? ¿Cómo las validas internacionalmente? Ante esta dificultad, muchos países tienen que crear sus propias calificadoras".
Aunque hay quien desconfía tanto de las agencias grandes como de las pequeñas. "Todas han demostrado muy poca fiabilidad. No están haciendo economía, sino política", analiza Carlos Martínez, presidente del movimiento ciudadano ATTAC.
Y es que, quizá, la mayor crítica que se pueda hacer es que muchas economías tienen la sensación de que estas instituciones son las que, de verdad, están guiando su política económica. Tal es el poder de estas grandes agencias que la principal calificadora de riesgo de Brasil, SR Rating, rebajó en mayo de 2009 la calificación de la deuda estadounidense de AAA a AA. ¿Consecuencias para las cuentas estadounidenses? Ninguna ¿Se acuerdan de lo que ha sucedido en la economía española cuando Standard & Poor's, primero, y Fitch, después, rebajaron la calificación de España? Ahí está la diferencia. -
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