Tras los pasos del rey Artur
El historiador Paolo Caucci teme que el Camino se convierta en un parque temático
Paolo Caucci von Saucken (Ascoli Piceno-Italia, 1941) se desvió del camino varias veces hasta encontrar en la peregrinación a Santiago su verdadera ruta vital. Nacido en el seno de una familia noble, preparó una tesis doctoral sobre el rey Arturo y Lanzarote que le trajo a la Universidad de Santiago en 1968 para investigar la tradición celta y el tema de Bretaña en la literatura española. Y fue buscando a Arturo como se topó con Santiago. Ahora es uno de los mayores expertos mundiales en la Ruta Jacobea.
En el Instituto de Estudios Galegos Padre Sarmiento, donde trabajaba para su tesis, entró en contacto con las investigaciones sobre el Camino de Santiago. "En esa época conocí a Cunqueiro, Castroviejo, Otero Pedrayo y Bouza Brey", recuerda. También guarda su primera imagen de los peregrinos: "Eran dos franceses equipados con mochila militar, trenca y boina negra que venían a hacer el Camino por tradición familiar". Decidió seguir su ejemplo. En mayo de 1969, un amigo lo llevó hasta Estella en coche y desde allí empezó a recorrer tramos del Camino Francés. "Seguía una guía italiana de Domenico Laffi, de 1873; no se encontraban peregrinos ni flechas amarillas, y había que identificar la ruta preguntando a los campesinos, que lo conocían como Camino Real".
Viajó cinco días con su mujer a punto de dar a luz para que su hijo fuera santiagués
"La masificación puede acabar con el sentido de la ruta, que es religioso"
Al llegar a O Cebreiro, a través del silencio y la bruma, resonó una voz que le llamaba: "¡Peregrino, peregrino!". "Era el párroco Elías Valiña, que me dio cobijo en el albergue de Aurillac", cuenta. Tras años de investigar en los libros la búsqueda del Santo Grial por parte de los caballeros de la Mesa Redonda, aquel cura le desveló el milagro del Cáliz en O Cebreiro: "Me quedé impresionado". Con Valiña compartió también sus impresiones sobre el Camino que venía de recorrer, y coincidieron en la necesidad de señalizar la Ruta: "Yo propuse que las flechas fuesen azules, pero Elías compró pintura amarilla". Con ella, Valiña marcó por primera vez la senda.
Paolo publicó en 1971 Peregrinaciones italianas a Santiago, una obra que sigue abierta y a la que va añadiendo páginas a lo largo de los años. "Desde aquel viaje iniciático, dediqué toda mi vida a la Ruta", dice. Recuerda especialmente el viaje de cinco días en coche con su mujer a punto de dar a luz para que su primogénito naciera en Santiago. "Lo bautizamos con el nombre de Jacobo, en la capilla de la Corticela de la Catedral".
Paolo Caucci es catedrático de la Universidad de Perugia, donde dirige la Cátedra de Historia de la Cultura Hispánica. Desde la ciudad italiana, ha trabajado en la investigación y divulgación del Camino desde los años 80. Allí organiza un seminario de cultura gallega.
En 1981 fundó la Confraternitá di Santo Jacopo di Compostella, y más tarde el Centro Italiano de Estudios Compostelanos. Con más de 1.600 socios en Italia, el centro organiza jornadas y congresos, edita dos revistas e incluso cuenta con una editorial. Desde 1992 preside el Comité Internacional de Expertos del Camino de Santiago, desde el que asesoró al Gobierno gallego: "Fraga era muy receptivo y se dejaba aconsejar, había apostado muy fuerte por el Camino como palanca para el impulso del turismo".
Caucci asegura que hay un antes y un después del año 93: "Se pasó de 20.000 peregrinos a 100.000, supuso un impulso para la economía y también para la investigación y la divulgación". "Yo era consciente de que lo que estaba pasando era algo imparable", dice. Ahora le asusta ver dónde puede desembocar el fenómeno de masas: "La masificación puede cambiar el sentido del Camino, que es religioso, una ruta hasta la tumba del Apóstol". "Estamos en peligro de que el Camino se convierta en un parque temático", advierte.
"No se trata de hacer turismo, sino de ser un peregrino". Paolo dice que, tras hacer el Camino, la persona se convierte en peregrino, y como tal debe peregrinar a otras metas, como Roma o Jerusalén. Predica con el ejemplo, ya que en 2006 recorrió 300 kilómetros desde Acre a Jerusalén. Tiene tres compostelanas y piensa sellar alguna más.
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