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Reportaje:SUDÁFRICA 2010 | CUARTOS DE FINAL: HOLANDA-BRASIL

Van Persie desafía al método

El delantero centro de Holanda reclama siempre su cuota de protagonismo en una selección práctica que ahora defiende el resultado sobre el buen juego

Ramon Besa

Nadie en la selección de Holanda habla del juego sino del marcador. A muy pocos les interesa recordar los clásicos duelos contra Brasil de 1994 o 1998, ni mucho menos las tandas de penaltis en las series finales. A la mayoría le da igual que a Johan Cruyff no le guste el fútbol oranje. Hasta Arjen Robben, la figura del equipo, comparece ante la prensa para proclamar: "Todos recordamos qué pasó con Holanda en los anteriores Mundiales. La gente nos exige que demos espectáculo y yo respondo que ya no hay espectáculo. Queremos ser campeones".

Ningún ejemplo mejor que el de la pasada Eurocopa: Holanda despachó a Italia y Francia con goleadas estupendas para caer derrotada después por la Rusia de Hiddink. A Holanda le han salido colmillos y un gen competitivo que no se recuerda en tiempos de Van Basten o Dick Advocaat. Ahora manda Bert van Marwijk, ayudado por Frank de Boer y Philip Cocu, y se supone que su paso por equipos como el Borussia Dortmund le ha servido para imponer una disciplina táctica y una tensión competitiva que no se les suponía a los divertidos holandeses.

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Holanda solo ha concedido dos goles en este Mundial, ambos de penalti, y el portero, Maarten Stekelenburg, se ha puesto como una fiera cuando ha tenido que recoger la pelota de la red, nada extraño si se tiene en cuenta que la selección oranje acumula 23 partidos sin perder, desde septiembre de 2008. Aparentemente, Van Marwijk ha domesticado al equipo en la cancha después de partirlo en dos: hay seis jugadores que defienden y cuatro que atacan, con Van Bommel, su yerno, en la sala de máquinas. El doble pivote con De Jong parece hoy irrenunciable en Holanda.

Incluso las figuras han asumido que conviene proteger a Stekelenburg y que el título solo se conseguirá con una buena defensa del campo propio. El problema es cómo se reparten la cancha contraria los delanteros. La voz cantante la lleva Robin van Persie desde su llegada a Sudáfrica. "Hay que apostar por el Big Four", proclamó, para después enumerar a los cuatro atacantes que deben formar la alineación: Robben, Van der Vaart, Sneijder y, por supuesto, el propio Van Persie. Ni palabra de Kuyt o Huntelaar, ni mucho menos del joven Elia.

Van Persie se ha pedido el puesto de punta y, además, no admite que le cambien en los partidos cuando entiende que se dan las mejores condiciones para marcar goles. El lunes pasado, por ejemplo, desafió a su seleccionador en Durban cuando le quitó en el minuto 80 por Huntelaar, "porque necesitábamos un jugador de refresco para continuar presionando a Eslovaquia". Y Van Persie se lo tomó a mal: retó con la mirada al técnico cuando se cruzaron y, de acuerdo con la cadena Nos, le soltó: "No es a mí a quien debías quitar, sino a Wesley". Wesley es Sneijder.

Lesionado en un tobillo durante la mayor parte de la temporada, el delantero del Arsenal se la juega en el Mundial y, de momento, solo ha podido marcar un gol. El seleccionador y sus compañeros le defienden, le animan y le disculpan después de que haya dicho públicamente que no era verdad que hubiera pedido al técnico que sacara del campo a Sneijder. Van Persie ya discutió con Wesley en la pasada Eurocopa 2008, cuando le discutió que fuera el lanzador de tiros francos, y ahora vuelve a reclamar un especial protagonismo como delantero centro titular de la selección.

Aunque el seleccionador reunió a los dos para evitar nuevos contenciosos, no le será fácil cuadrar la alineación porque Van der Vaart, ausente contra Eslovaquia, ya está presumiblemente recuperado, y Robben es el jugador que marca las diferencias. "No se preocupen porque no hay ninguna guerra en la selección", responde Van Marwijk. "No hay conflicto de egos". Van Persie siempre fue un rebelde, en la escuela y en la calle, y por supuesto en la cancha. Jugador de una excelente calidad técnica, conduce y regatea con velocidad, igual por el eje que por las dos bandas.

Hijo de un padre escultor y una madre pintora, personaje bohemio y transgresor, ya se las tuvo con Marwijk en el Feyenoord, antes de recalar en el Arsenal de Wenger. Ahora reclama una mayor cuota de protagonismo en una Holanda muy mecanizada y, de momento, más fiable que nunca. La hinchada holandesa, al igual que su seleccionador, no tienen dudas de que finalmente su equipo va a por la Copa en Sudáfrica, de manera que las calles de Ámsterdam aparecen pintadas de oranje cada día que hay partido.

Van Persie, durante el entrenamiento de ayer de la selección holandesa en Puerto Elizabeth.
Van Persie, durante el entrenamiento de ayer de la selección holandesa en Puerto Elizabeth.REUTERS

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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