El técnico que huyó a la selva
Queiroz, que crió en los 80 a la gran generación de Figo, ha fundado reservas naturales en Mozambique, su país natal
Al sur del Sahara, ninguna selección africana está dirigida por un técnico africano. Pero hay una selección europea con un entrenador subsahariano. Carlos Queiroz, el responsable de Portugal, nació en Nampula, en el corazón de Mozambique. Su origen explica el carácter pausado que le caracteriza y una tendencia a evadirse que en ocasiones ha inducido a quienes le trataban a pensar que era débil o poco inteligente. Eso fue lo que pensaron algunos directivos del Madrid en 2004, cuando resolvieron que contratarle había sido un error. No comprendieron que el hombre no había nacido para competir en los pasillos, ni desafiar a la autoridad presidencial dando puñetazos ante las cámaras ni comportarse, llegado el caso, como un ejecutivo sin escrúpulos. No entendieron que las cualidades que hacen a los líderes le importaban un bledo. Que hasta los 21 años había vivido en África y se había quedado embrujado por la luz que despiden las estrellas en las noches que pasaba al raso en las islas Quirimbas o en el territorio del lago Niassa escuchando los barritos de los elefantes o las discusiones de los monos. "Hay una época del año", decía Queiroz, "en la que las estrellas se ven con tanta nitidez que parecen descolgarse del cielo hasta rozar la tierra. Mirarlas produce hasta miedo".
"Es demasiado buena persona", repetían los jugadores del Manchester United
"Florentino Pérez es un cabrón", decía meneando la cabeza cada vez que intentaba explicar el desenlace de su paso por Chamartín. La agonía terminó cuando recibió una llamada de uno de sus grandes mentores, Alex Ferguson. Faltaba una semana para el final de la Liga cuando el director general del Manchester United le ofreció regresar al abrigo de Old Trafford. Permaneció allí como adjunto hasta conquistar la Copa de Europa de 2008. Entonces se hizo cargo de Portugal para emprender un viaje que culmina en una tierra que conoce bien: África Oriental y la Federación Portuguesa de Fútbol (FPF).
Queiroz huyó de Mozambique durante la guerra civil. Se refugió en el país de sus padres y entró a la FPF en 1982. Allí inició un proyecto ambicioso de detección y preparación de talentos que culminó en la conquista de dos Mundiales sub 20. Su legado fueron jugadores como Figo, Couto, Rui Costa, João Pinto o Abel Xabier. Aquella generación instaló los cimientos del equipo actual. Pero el hombre que la impulsó debió sufrir una larga travesía hasta consolidarse.
Hábil planificador, reflexivo y eficaz para diseñar proyectos a largo plazo, no pudo destacarse como conductor de vestuarios ni como negociador con dirigentes. "Es demasiado buena persona", repetían los jugadores. Su experiencia en la selección portuguesa absoluta entre 1994 y 1995 fue calamitosa. Su paso por el Sporting y el Madrid tampoco revelaron la clase de talento político que distingue a los grandes entrenadores. Queiroz era un hombre tranquilo que, cada vez que podía, se escapaba a Mozambique, donde participó en la fundación de un par de reservas naturales porque, como solía decir: "Los animales no votan".
Ferguson le tendió la mano con su habitual olfato. El escocés necesitaba alguien con buen ojo para recomendarle futbolistas, además de un estudioso que le preparase la táctica más conveniente. Con la ayuda de Walter di Salvo, Queiroz diseñó un plan de preparación física de vanguardia. Se encargó de estudiar a los rivales para hacer las charlas previas a los partidos y fue quien ajustó detalles en los entrenamientos, siempre a la sombra de Ferguson, pero más cerca de los futbolistas que su jefe. En el proceso, ayudó a hacer un barrido que rejuveneció al equipo con las incorporaciones de Cristiano Ronaldo, Anderson, Nani, Vidic o Carrick.
A sus 56 años el hombre ha regresado al origen. Llega a la FPF para reemplazar a Scolari, un demagogo que carecía de planes profundos. No solo tiene como cometido hacerse cargo de la selección. Su andadura coincide con el inicio del proyecto Rumbo al futuro, que él mismo ha trazado para formar un grupo de élite que abarque desde las categorías juveniles y cuya finalidad es alimentar a la selección absoluta.
Mientras planifica el Mundial de 2014, Queiroz deberá medirse mañana a España. Lo hará poniendo en el campo un equipo rocoso y experto que buscará la espalda de Puyol y Piqué. Una obra sólida, pensada.
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