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Tentaciones
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CINE

Gana el que aguanta

Anvil. El sueño de una banda de rock empezó como un documental sobre un dúo de heavies fracasados y hoy es un fenómeno mundial. Ambos, el grupo y la película, son una loa a la constancia.

La primera canción que Lips y Robb compusieron juntos iba sobre la inquisición española. Tenían 15 años y la sacaron de las clases de historia. Se llamaba Thumb hang [colgado del pulgar]. "La tocábamos una y otra vez en el sótano de Robb", explica Steve Kudlow, alias Lips, ahora de 54 años, desde su casa en Toronto (Canadá). "Hasta que apareció su madre y nos dijo que si sonaba una vez más, íbamos a ser nosotros los colgados del pulgar".

Lo que salió de aquel sótano de Toronto se convirtió en Anvil (yunque), una banda llamada a reinar en el heavy metal: el verano de 1984 compartían cartel en Tokio con los mejores del género (Whitesnake, Scorpions...); poseían una imagen potente, con Lips, el cantante, enfundado en cuero y haciendo solos de guitarra con un consolador; también un segundo disco, Metal on metal, que sentó la base del thrash metal; sólidos seguidores, algunos luego tan famosos como Lars Ulrich, de Metallica, o Slash... ¿Qué ocurrió para que una de las bandas más prometedoras del heavy pasase al más absoluto ostracismo?

"No se trata de ser rico. El 'metal' trata de ser lo que quieres ser hasta el final"

De eso trata Anvil. El sueño de una banda de rock, el documental dirigido por Sacha Gervasi, británico de 44 años, periodista y guionista de Spielberg en La terminal, que por fin se estrena hoy en España, dos años después. Anvil es una de esas historias emotivas que trascienden los límites de la música. Es una mágica fábula de superación. De no abandonar los sueños, de luchar hasta el final.

Todo empezó cuando Sacha Gervasi conoció al grupo en el Londres de los ochenta. "Tocaban fuerte, alto y rápido. Era una música perfecta para un quinceañero como yo. Estuve en su primer concierto en Inglaterra, donde Lips hizo espuma en la cerveza de Lemmy [de Motörhead] con un consolador". Cuenta el director, desde su casa de Los Ángeles, que tras la actuación se escapó con ellos para trabajar como ayudante. "Hablaban con los fans, se tomaban cervezas con ellos. Eran diferentes". En 2005, por casualidad, Lips y Sacha retomaron el contacto. "Estaba igual. Llevaba hasta la misma camiseta. Habían pasado 30 años, 13 discos y no habían conseguido el éxito, pero mantenían intacta la ilusión". Sacha les propuso grabar un documental. "Me puse a llorar", reconoce Lips. "Todo mi pasado tuvo sentido en ese momento".

Cuando Sacha empieza a rodar, Lips trabajaba en una empresa de catering para colegios y Robb Reines, batería también cincuentón, hacía chapuzas. Los dos tocaban los fines de semana en el tugurio del pueblo ante no más de 80 personas.

Lo que vemos en la película es fruto de 3.000 horas de grabación y dos vueltas al mundo en una desastrosa gira mundial. En muchos sitios no les pagaban, en otros había tres personas y solían perder los trenes ("eso ocurrió en España en 2006, donde tuvimos que hacer la gira en autobús de línea", dice Lips). Un viaje entre lo ridículo, lo sentimental y la mala suerte.

"Tras el rodaje, volví a trabajar en la tienda de aire acondicionado de mi hermana", cuenta Lips. Hasta que Anvil se estrenó en el festival Sundance de 2008. Llegaron los premios (hasta 10) y el éxito. Los dos miembros de Anvil son ahora unas estrellas. "Antes sacábamos un disco y dábamos un concierto al año. Ahora lo hemos conseguido. No se trata de ser famosos", jura Lips, "sino de sobrevivir haciendo lo que más nos gusta. De eso trata el metal, de ser lo que quieres ser hasta el final".

"Lips es un ser increíble", cuenta Sacha, que ya piensa en una segunda parte. "Es una hermosa mezcla de negación de la realidad y optimismo. De cualquier cosa mala que ocurre intenta sacar una lección positiva. No ha perdido la inocencia sin parecer un idiota".

Anvil. El sueño de una banda de rock se estrena hoy en Madrid, Barcelona y Valencia.

Lips, guitarrista de Anvil, recuperando la gloria perdida ante sus fans japoneses.
Lips, guitarrista de Anvil, recuperando la gloria perdida ante sus fans japoneses.

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