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El maquinista ferroviario que arrolló a tres vecinos de Valga pide perdón

El fiscal solicita tres años de cárcel y cinco de inhabilitación por tres homicidios

Miguel García López, el maquinista del tren que en 2007 provocó la muerte de los tres ocupantes de un coche al que arrastró varios kilómetros de vía desde el paso a nivel de Valga, pidió perdón ayer a las familias de las víctimas durante el juicio que se celebró en Pontevedra. El acusado se enfrenta a una condena de tres años de cárcel por tres delitos de homicidio por imprudencia profesional grave y a cinco años de inhabilitación especial para el ejercicio de maquinista ferroviario. Por su parte, Renfe, tendrá que asumir las indemnizaciones a la familia de las víctimas, que el fiscal elevó en 652.800 euros.

En su declaración, el conductor del tren reconoció que había cometido un error, después de explicar cómo ocurrió el trágico accidente, los fallos técnicos que habían precedido al impacto y la mala visibilidad que había en el tramo más próximo a Valga. "Mi intención nunca fue hacer daño", declaró entre sollozos Miguel García. En la vista oral quedó claro que el maquinista, aunque redujo inicialmente la velocidad de 122 a 99 kilómetros por hora, continuó su marcha sin atender el aviso de parar el convoy que le estaba indicando la señalización vertical de la vía que se encontraba en luz amarilla o advertencia de peligro.

Hubo fallos en las barreras, y una señal y un silbato no funcionaron
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También quedó técnicamente probado que la señal se activó en dos ocasiones mediante sendos temporizadores, además de accionarse la baliza que al paso del tren envía una señal luminosa y otra sonora a la cabina del maquinista, avisándole de que se está produciendo una anomalía.

"Ese día cometí el error más grande de toda mi vida", confesó el acusado al reconocer entre lamentos que había actuado mecánicamente y no se percató de las señales de peligro. Un error que desactivó el sistema de seguridad e impidió que se pusiera en marcha el frenado automático del convoy.

Además del error humano del maquinista, se habían producido fallos técnicos en el funcionamiento de las barreras y, por si fuera poco, una avería en la señal luminosa de advertencia para los usuarios del paso a nivel. Aun así, los informes técnicos sostienen que los sistemas complementarios de seguridad funcionaron correctamente para que Miguel García detuviera el tren porque las barreras estaban elevadas, pero por el error de actuar mecánicamente, el conductor no lo hizo.

Los fallos, según los técnicos, se detectaron al paso de los dos trenes anteriores que habían realizado el recorrido Vigo-A Coruña. Las barreras en el paso de Campaña, donde se produjo el siniestro, no se habían elevado. Por esta razón se puso en marcha el sistema de rearme por tiempo de cierre excesivo, entró en funcionamiento un primer temporizador de tres minutos y después otro de siete minutos. "Cuando llegó el tren conducido por el acusado, el segundo temporizador llevaba actuando 6 minutos y 31 segundos y, por lo tanto, la señalización vertical de la vía se encontraba en luz amarilla, indicándole que tenía que detener el tren", relató el fiscal.

En ese momento se estaban elevando las barreras y los coches que esperaban el paso del tren comenzaron a cruzar la vía. Pero ni siquiera funcionó el silbato que siempre avisa a los usuarios del paso a nivel que el tren se está aproximando. Así lo reconocieron en el juicio algunos testigos, quienes también lamentaron que, debido a la maleza que rodea las vías, nadie pudiese advertir la llegada del convoy.

El coche ocupado por José García Bejo, de 47 años; Jesús Martínez Senín, de 54, y el hijo de este último, Roberto Martínez Ríos, de 28 años, fue arrollado en presencia de numerosos vecinos que atravesaban a diario la vía del tren. Las víctimas eran albañiles y compañeros de trabajo y se dirigían a sus casas para comer. El letrado de la acusación, Adonis Alcalde, que representa a las familias de las víctimas, dijo al término del juicio que la actitud del maquinista había sido "digna y honrada", al reconocer que pudo haberse evitado esta tragedia que conmocionó a la población.

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