La fuerza del espíritu
Nunca gozó Holanda de una tradición de ballet como la de Francia, Dinamarca o Reino Unido. Rezagada estuvo durante el esplendor europeo del ballet romántico y se mantuvo distante, aunque no indiferente, hasta bien entrado el siglo XX. Parecía esperar su momento, que llegó con la fundación hace 50 años del Nederlands Dans Theater (NDT), la compañía que puso a Holanda en la autovía de las grandes y aceleradas innovaciones de la danza del siglo pasado. Su origen ya supone un acto de rebeldía y rebelión, en tanto que fue fundada por un grupo de disidentes que, huyendo del apego a la tradición del Het National Ballet local, la creó en La Haya. Hans van Manen, conocido como el Mondrian de la danza por sus obras formalmente estilizadas, sencillas e impactantes, fue el director artístico de este nuevo colectivo, en el que también tuvieron espacio creadores como Glen Tetley, John Butler o Anna Sokolov. Así brilló hasta los tempranos setenta, pero tras varios cambios en la plantilla, en 1975, la compañía había perdido impulso. Fue entonces cuando decidieron contratar como director artístico a Jiri Kilian (Praga, 1947), un jovencito inexperto, de apenas 28 años, que supuso un cambio radical. "Tuve mucha suerte", rememora Kilian hoy, a sus 62 años. "Cuando me pidieron encargarme de la dirección artística la compañía estaba en declive y eso es fantástico para un recién llegado porque supone el reto de elevarla, levantarla del suelo. Yo estaba en el Stuttgart Ballet, donde tenía posibilidades, pero en 1973 había muerto John Cranko, su director y mi mentor, y eso facilitó que tomara la decisión. Era la gran oportunidad de probarme a mí mismo. Era ambicioso, buscaba nuevos retos, pero también era muy joven y cuando llegué muchos de los bailarines eran más viejos que yo, así que más que un jefe era un colega. En los inicios fui muy dictatorial, sentía que era la única manera de hacerme respetar, pero eso no está en mi carácter, no está en mi naturaleza, así que, cuando me sentí más seguro, me relajé y todo fluyó mejor".
"Afortunadamente, la danza ya no vive sola y se ha asociado definitivamente a las otras artes", dice Kilian
Las obras del recién llegado tuvieron una aceptación global impresionante. Rigurosas en la ejecución, bellas en la forma, emocionantes en sus planteamientos, musicales y precisas, a veces dramáticas, por momentos divertidas, las coreografías tempranas de Kilian forman un bloque trascendente en el que destacan títulos como Return to the Strange Land (1975), Noche transfigurada (1975), Forgotten Land (1981) o Kaguyahime (1988, que será repuesta por el Ballet de la Ópera de París en junio próximo). Pero por encima de todas se eleva su contundente Sinfonía de los salmos (1978), un clásico del siglo XX que conserva sus emociones intactas y que será una de las estrellas del programa jubileo que el NDT traerá al Teatro Real de Madrid esta temporada como parte de una intensa gira de aniversario que también les llevará al prestigioso Festival Montpellier Danse, en Francia. Se trata de una obra que habla de la capacidad humana para creer en la fortaleza del espíritu. "Lo definitivo en esta pieza es la estructura y disciplina. Los 16 bailarines están todo el tiempo en escena. Los ves en grupo muy conectados, pero son muy individuales. Desde luego, también es muy espiritual, pero no soy creyente, al menos no en la institución religiosa".
Veinte años pasó Kilian al frente de la dirección artística del NDT. Durante esas dos décadas construyó un modelo de compañía hoy imitado y, contando con su apoyo, surgieron numerosos creadores (hay alrededor de 50 directores de compañías y coreógrafos en el planeta que salieron del NDT), entre ellos, personalidades arrolladoras como William Forsythe o Nacho Duato, que recuerda sus tiempos en la compañía como decisivos en su carrera. "Kilian me descubrió como coreógrafo. No sería quien soy de no haber pasado esos nueve años en La Haya bailando en el Nederlands", asegura hoy el director de la Compañía Nacional de Danza. Bajo la égida de Kilian se creó también el NDT2, para bailarines jóvenes, y el NDT3, hoy desaparecido, para bailarines mayores de 40 años. Pero en 1995 Kilian se hizo a un lado, pasando a ser coreógrafo asociado, en un periodo no menos intenso, en el que produjo obras de madurez como Whereabouts unknown (1983, que se verá también en Madrid), Bella Figura (1995) o la novísima Memoires D'Oubliettes, que ha supuesto su despedida. "Estoy cansado, necesito tiempo libre", dice distendido. "Había momentos más ocupados y otros más relajados, pero sin trabajo no ha habido ninguno. Y siempre pude con todo. Sin embargo, ahora necesito tener un calendario menos apretado. Estoy muy interesado en investigar en nuevas tecnologías y espacios, en llevar la danza a los museos". Mientras duró su reinado se produjeron cambios notorios en la danza internacional. "Afortunadamente, toda esa polémica de lo clásico y lo moderno ya es historia. La danza ya no vive sola y se ha asociado definitivamente a las otras artes y eso es lo más importante que le ha ocurrido en los últimos años. Yo soy de Europa del Este y cuando era niño la danza estaba asociada exclusivamente a los cuentos de hadas, a cascanueces y cenicientas, pero no se la consideraba un socio serio para las otras artes. En el siglo XX apareció gente muy importante que empezó a cuestionar esa idea. Nosotros le dimos un lugar en las artes, la asociamos con otras corrientes y ahora aparece crecida, adulta, muy por encima de lo que solía ser, más arriba de la consideración que antes se le tenía".
Cuando Kilian cesó en la dirección artística, en 1995, ya empezaba a tomar fuerza y a definir la línea de trabajo del NDT la propuesta poética y deslumbrante de dos viejos bailarines de la compañía: el británico Paul Lightfoot y la cordobesa Sol León, que se conocieron allí, se hicieron pareja sentimental y se descubrieron el uno al otro complementarios como coreógrafos. Ambiciosas son sus creaciones, que saben colocar y mover a los bailarines en medio de maquinarias escenográficas con vida propia que se apoyan en efectos visuales. No tardaron en conquistar a audiencias masivas con estas obras monumentales que se ocupan casi siempre de asuntos humanos, con cierta predilección por temáticas femeninas. Said and Done (2001), Signing Off (2003), Safe as houses (2005) o Subject to Change (para el NDT2, en 2003, y que es la obra que complete el programa madrileño) dibujaron la ascendente trayectoria de este tándem, que consiguió auténtica consolidación con dos trabajos de envergadura: Silent Screen (2005), con su tono evocativo y cinematográfico, y Shoot the Moon (2006), con su escenario giratorio. "La primera supuso una apertura y un giro de estilo", asegura Sol León, con más de 20 años dentro del NDT. "Era la pieza más larga que habíamos hecho hasta entonces, era algo nuevo, ambicioso, una concepción más de espectáculo después de hacer muchos ballets centrados en el movimiento. El cambio radical vino con Shoot the Moon, que habla de un tema terrible como la soledad y es mucho menos placentera. Estas obras nos han marcado y han encontrado continuidad en piezas posteriores". De hecho, su huella se puede rastrear en la novísima Swan Song, estrenada el pasado mes de abril, con música de Philip Glass, un sonido habitual en las obras de la pareja.
Tras estos cincuenta años de creatividad compulsiva aparece ahora un nuevo giro en la ruta de la agrupación y también un nuevo protagonista, un hombre que parece clave en el futuro de la compañía. Y es que la llegada, hace apenas unos meses, del norteamericano Jim Vincent a la dirección artística señala otra ruta. Su presentación de la próxima temporada, el pasado mes de abril, asoma parte de los cambios que quiere impulsar. "Me parece que el vocabulario de movimiento en todo el mundo se parece y habría que buscar cómo cambiar y evolucionar. Una forma puede ser la introducción de medios no tradicionales, buscar otros caminos en la música en directo, la luz, la arquitectura, la aerodinámica, el arte culinario, buscar otros artistas en las otras artes e integrarlas", sostiene en perfecto español este coreógrafo y ex bailarín del NDT que hace 20 años se vino a España acompañando a Nacho Duato en la polémica reconversión del Ballet Lírico Nacional en la Compañía Nacional de Danza, para saltar cuatro años más tarde hacia otros retos como la modernización del Hubbard Street, compañía de Chicago, y la inmersión en la alta gerencia dentro de la gestión del Disneyland París.
El primer paso dado será la creación de una plataforma dependiente del NDT con fondos de la recién creada Kilian Fund for Innovative Collaboration, que convocará este verano a artistas de todas las artes a presentar proyectos revolucionarios alrededor de la fusión con la danza. También quiere separar las fronteras entre el NDT1 y el NDT2, procurando que las propuestas de los residentes Lightfoot/León y los coreógrafos asociados, la canadiense Crystal Pite y el sueco Johann Inger, se concentren en la 1, al tiempo que la 2 sea un espacio para la creación joven, donde ha apuntado ya como coreógrafos residentes a los emergentes Alexander Ekman, Lukáš Timulak y a tres españoles: Alejandro Cerrudo, Fernando Hernando Mgadan e Iván Pérez. Al mismo tiempo ha iniciado una agresiva campaña de conquista de nuevos públicos y ha abierto un puente hacia la Orquesta Filarmónica de La Haya. "No podría hacer este trabajo de no haber pasado esa experiencia con Duato, de no haber estado con Yorgos Loukos en el Ballet de la Ópera de Lyon ni haber tenido esa enriquecedora experiencia con Disney, donde hay una verdadera conciencia de lo que debe ser la proyección y cuidado de una imagen corporativa".
Nederlands Dans Theater 1 y 2. Sinfonía de los salmos y Whereabouts unknown (Jiri Kilian) y Subject to Change (Lightfoot/León). Teatro Real (Madrid). Del 22 al 26 de junio. www.teatro-real.es Festival Montpellier Danse (Francia). Del 29 de junio al 3 de julio. www.ndt.nl www.montpellierdanse.com.
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