El baile da el paso a deporte
El Parlamento apoya la constitución de una federación de danza deportiva
Más allá de aspectos lúdicos y recreativos o de ser una actividad social, el baile se abre camino como modalidad deportiva, una ruta en la que destierra prejuicios para mostrarse como una disciplina sacrificada y exigente, también como espectáculo y competición. "En Galicia, todo empezó hace unos diez o quince años", explica Miguel Abreu, director de una academia de baile con sedes en Vigo y Pontevedra. Abreu organiza el 90% de las competiciones que se celebran por estos pagos, fue bailarín, es juez internacional y prepara a la elite del baile deportivo autóctono, a campeones nacionales como Adrián Esperón y Patricia Martínez. Hace dos semanas todos celebraron como el mejor de los triunfos que el Parlamento gallego aprobara una proposición no de ley para crear una federación autonómica. Son pequeños pasos fuera de las pistas para agrupar, por ejemplo, a los quince clubes de la comunidad o impulsar dos focos destacables como son los de la provincia de Pontevedra y el entorno de Ferrol, pero también dar brío a iniciativas que brotan en A Coruña, Lugo, Negreira o Santa Comba con más de 300 afiliados a la federación española y muchos más practicantes. "Apenas falta un trámite con la Xunta, formalizar los requisitos que nos pidan", apunta Abreu. El responsable del deporte gallego José Ramón Lete ya les ha dicho que no habrá problemas.
En Galicia hay 15 clubes, 300 federados y muchos más participantes
La propuesta partió del PP y el BNG se apresuró a pedir una selección gallega
A Lete, preocupado por potenciar el deporte femenino, le sedujo estar ante una modalidad mixta, en la que se compite en pareja. Ahí está la gracia y la dificultad. "Lo complica todo porque hay que estar sincronizados, coordinados, entenderse bien dentro y fuera de la pista", matiza Abreu, que suele ofrecer a los deportistas que entrena el apoyo de Eva García, una psicóloga deportiva. "Trabajamos en mejorar la concentración, el rendimiento en equipo, la coincidencia de objetivos y manejar factores externos que influyen en el rendimiento como pueden ser los jueces o el público", describe Abreu.
Hay exigencia. Un bailarín de elite entrena cuatro horas al día, seis jornadas a la semana. También hay vocación porque quienes viven del baile lo consiguen impartiendo clases, no por el dinero que se embolsan en campeonatos. "Es sacrificado, pero compensa", reconoce María José Cal, otra entusiasta al comando del Segundo Trofeo de Baile Deportivo Cidade de Ferrol que se celebró ayer en el polideportivo de A Malata y congregó a un centenar de parejas a partir de los nueve años de edad. Madre de David Covelo, un bailarín de 16 años, María José rescató una competición que sólo había tenido una edición hace ya tres lustros y que busca continuidad a pesar de que los patrocinios escasean y los costes son elevados porque el baile deportivo al más alto nivel no es una disciplina barata: un buen traje no baja de los 600 euros.
Y por supuesto también hay cantera. "Siempre hay quien se mete más con los niños por el hecho de bailar", reconoce Cal. Pero pueden más las ganas y la motivación, también la grata sensación del pionero, de quien derriba muros. Todavía hoy los clubes de baile deportivo se ven obligados a registrarse como entidades dedicadas a la gimnasia rítmica para no quedarse en un limbo administrativo. "En Cataluña nos llevan años de ventaja", coinciden Abreu y Cal. Allí el baile deportivo es casi un fenómeno social que congrega significativas audiencias en televisión y llena pabellones. Y aún así los ignotos gallegos compiten contra ellos a nivel nacional. "Hay potencial para llegar a tener parejas entre las cinco mejores del mundo", asegura Miguel Abreu. Resta reconocimiento y trabajo, mucho trabajo. "La modalidad de baile estandar es parecida a una carrera de 400 u 800 metros porque requiere un esfuerzo continuado durante noventa segundos, un breve parón y retomar el esfuerzo y así varias veces", describe el preparador, que ha llegado a medir en los pulsómetros de sus pupilos frecuencias cardiacas de 210 pulsaciones por minuto.
Desconocidos, sufridores de prejuicios, caricaturizados por programas televisivos que buscan otro tipo de espectáculo con el baile como disculpa, los danzarines gallegos no quieren pisar a nadie, sólo encontrar su espacio. El apoyo parlamentario al sueño de fundar una federación les da aliento para seguir aunque incluso allí, marchándose como se fueron de la calle del Hórreo con buenas noticias, sintieron que los políticos bailaban su propia música: la proposición de crear un organismo rector del baile en Galicia la presentó el PP a través de Marisol Piñeiro, diputada y bailarina. La oposición la apoyó sin ambages, con unanimidad, pero dolieron algunas risitas de parlamentarios socialistas. Los nacionalistas fueron más comedidos e incidieron en la posibilidad de crear una selección gallega de baile.
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