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Reportaje:SUDÁFRICA 2010 | Argentina

El jefe de la toldería

Messi se gana el respeto de Maradona en el complejo sistema de equilibrios de Argentina y dice que se siente "como en el Barça"

Diego Torres

"Ahora le voy a cebar unos mates en su habitación para que descanse", anunció Juan Verón al salir de Ellis Park tras la victoria de Argentina sobre Nigeria (1-0) el sábado, refiriéndose a Messi. Hace falta ser un iniciado en las costumbres telúricas de La Pampa argentina para comprender que, lo mismo en la toldería donde habitan los indios que en la estancia donde manda el patrón, cada pequeño detalle doméstico tiene valor político. Cebarle un mate al compañero, prepararle la infusión de hierba, en la selección como en el malón, es señal de respeto. Más simbólico es que sea Verón quien ponga a hervir el agua, mida la hierba y el azúcar y ajuste la bombilla. Verón no es un cualquiera. Es el presidente de hecho del Estudiantes de La Plata, ambiciona reemplazar a Julio Grondona al frente de la Asociación del Fútbol Argentino y da indicaciones tácticas a Diego Armando Maradona durante los partidos. Para llegar hasta donde ha llegado no basta con ser un buen jugador. Hace falta tener un gran talento social, una notable capacidad administrativa y una aguda intuición política. Hoy, quien sabe de política en la albiceleste sabe que sin contentar a Messi es imposible ganar una campaña.

"Tuvo ese contacto con la pelota que quieren el técnico y el equipo", resalta Verón
Heinze no celebró su gol con el azulgrana, sino con quienes aún reconocen su mando

Maradona comprendió que nadie se gana el respeto total en la selección argentina si no es bajo la ley de la toldería. Para tener mando en el equipo no basta con conquistar un Balón de Oro ni ser considerado unánimemente como el mejor del mundo. El verdadero respeto se conquista por las bravas. Maradona, que gobierna su familia y la selección con los códigos de un cacique, no se hizo con el poder hasta que ganó el Mundial de México. Desde 1978 hasta 1986 fue un subalterno bajo la égida de Passarella. Fue lo que Lucio Mansilla describió en su Excursión a los Indios Ranqueles como "un capitanejo". Exactamente lo que ha sido hasta ahora Messi a la sombra de Verón y Heinze.

El sábado, al salir del vestuario, Messi había despejado de su rostro la mueca de preocupación que le marcó hasta entonces cada vez que jugó a las órdenes de Maradona. Sus palabras, aparentemente inocentes, estaban sabiamente organizadas para lanzar un mensaje. "Me he sentido igual de cómodo que en el Barcelona", dijo; "estaba seguro de que, sin la presión de la clasificación, jugaríamos mejor. Contra Nigeria me he divertido mucho. Tuve contacto con la pelota, que era lo que necesitaba, y me sentí bien respaldado por los compañeros. Tengo la suerte de tener unos compañeros que juegan muy bien y me facilitan las cosas".

Messi apuntó a la satisfacción que sentía ante la nueva realidad. A diferencia de lo que había ocurrido hasta ahora bajo la dirección de Maradona, contra Nigeria los compañeros le buscaron. Le dieron más el balón. Reconocieron su valor, su importancia, su poder. Como dijo Verón en su columna en el diario Olé: "Messi tuvo ese contacto con la pelota del que veníamos hablando, que es lo que quiere el técnico y lo que quiere el equipo. Ojalá que todos podamos ayudarlo a hacer un gran Mundial. Hace rato que él sabe cuál es su lugar en esta selección".

En el Barça, desde hace años, nadie duda de que Messi es la principal referencia del equipo. Pep Guardiola, el primero. Esto no ha ocurrido en Argentina. Durante mucho tiempo, Maradona habló de Messi en términos relativos, restándole trascendencia de forma deliberada. Messi debió enfrentarse a Maradona en privado para empezar a cambiar las cosas. Ahora, Verón reconoce que a Messi hay que darle poder. Mates y balones.

El discurso de Verón contrasta con el que lanzó hace tres días Heinze. El otro caudillo del equipo todavía se resiste: "Me da igual que este sea el Mundial de Lio o el de cualquier otro chico. Deseo lo mejor a cualquiera de los nuestros. Messi es el mejor del mundo. Pero Argentina depende de todos, no de Lionel. Él es uno más. Ojalá que la figura del Mundial sea el equipo, el grupo".

Heinze habla del grupo porque en el grupo se acrecienta su autoridad de cacique y se difumina la importancia de Messi. Fue significativo que, tras marcar el gol contra Nigeria, después de un córner provocado por Messi, se negara a celebrarlo con su compañero, que le ofreció el abrazo, para acudir a festejarlo con quienes todavía reconocen su mando: el utilero y el médico, el amigo de Grondona, el astuto Donato Villani.

Messi se lleva el balón entre Haruna (a la izquierda) y Odiah.
Messi se lleva el balón entre Haruna (a la izquierda) y Odiah.AFP

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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