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ALEMANIA 4 - AUSTRALIA 0 | SUDÁFRICA 2010

Alemania empieza de maravilla

El equipo de Löw golea a Australia con un recital de Özil y Müller

Después de los estrenos plomizos de Francia, Inglaterra e incluso Argentina, Alemania disparó el nivel del torneo con un fútbol fresco, asociativo y adornado por el talento puro de Özil y Müller. El equipo de Löw rompió con el tópico de que es imposible soltarse en el primer partido: ni nervios, ni presión, ni la hierba ni el balón. No se quejó de nada. Jugó de maravilla y lo hizo sin el lesionado Ballack, una especie de macho Alfa sin el cual los jóvenes germanos se sintieron más cómodos, absolutamente liberados.

Precisamente Khedira, de 23 años, cubrió con personalidad el puesto de Ballack, como acompañante en el eje de Schweinsteiger, un gran descubrimiento de Van Gaal como mediocentro del Bayern. Llega una generación fabulosa de la que también forman parte Marko Marin y Kroos, otras dos joyas en la lista de espera. A Alemania le sobra creatividad y gol, pero falta saber si tiene defensa. Una pobrísima Australia no es un barómetro para medirla. Tampoco al portero Neuer, otro de 24, poco exigido por los australianos, aunque con la decisión en las salidas de puño que les ha faltado a algunos de sus colegas en este arranque de torneo.

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Liberado por Löw de toda responsabilidad defensiva, Özil dictó una lección de cómo jugar entre líneas: de espaldas a la portería, recibía, se giraba y pasaba en profundidad. Con velocidad y precisión, ocupando ese espacio blando entre los defensas y los centrocampistas rivales. Sus primeros minutos fueron relampagueantes: disfrutó e hizo disfrutar a la grada a sus compañeros. Es ya una de las sensaciones del torneo. Gracias a Löw, que le ha encontrado la ubicación ideal. En el Bremen, el jugador de origen turco, de 21 años, juega abierto a una banda y ahí pierde perspectiva de pase. El primer tanto fue una obra de orfebrería iniciada por el regate en seco de Özil, su envío al fondo a Müller y el centro atrás de este para que Podolski, que venía del otro lado, empalara con potencia a gol. Alemania cargó casi todo su ataque por la derecha, donde acariciaron la pelota Lahm, Müller y Özil. Al centro del lateral derecho se anticipó Klose, de cabeza, ante la salida fallida de Schwarzer.

No era exagerada esa ventaja de Alemania. Se la había merecido. Sustentada por la capacidad de Schweinsteiger en la organización, la de Müller y Özil en la invención y la de Podolski y Klose en el remate. La pareja de delanteros de origen polaco nunca falta en los planes de Löw, por mucho que ambos vengan de una temporada deplorable en sus respectivos equipos, el Colonia y el Bayern. Lo mismo le da a Löw: los quiere consigo. Y ellos le responden, claro. Con cifras extraordinarias por parte sobre todo de Klose, 49 goles en 97 partidos, entrando en el club de los máximos goleadores de la Copa del Mundo. Ya es el quinto, con 11 tantos, empatado con Klinsmann, y sólo por detrás de Ronaldo (15), Gerd Müller (14), Just Fontaine (13) y Pelé (12).

El dorsal 13 de Thomas Müller no podía escapar de cierto simbolismo: la joven promesa del Bayern hereda el número del ausente Ballack, quien en su día homenajeara con él al legendario Gerd Müller. De Müller a Müller han pasado 36 años. Y una corriente de buen gusto aunque se trate de futbolistas tan distintos: aquel fue un goleador voraz; este, un volante para todo: para pasar y para marcar, desde cualquier lado del centro del campo. Y solo ha cumplido 20 años.

Alemania recordó por momentos a España. Özil ya se recreaba con taconazos en la segunda parte. Y Alemania reservaba energías, cediendo el balón y el campo, consciente de que los australianos no son una amenaza para nadie. Y menos cuando Cahill, su único delantero, fue expulsado tras una patada a Schweinsteiger. Müller y Cacau completaron la exhibición germana, en otras dos jugadas eléctricas que le pintaron una sonrisa al Mundial. Y le conceden a Alemania el honor de haberse quitado todos los complejos de una tacada, siguiendo el camino del buen gusto abierto por España.

Cacau celebra el cuarto gol del partido ante el portero australiano Schwarzer.
Cacau celebra el cuarto gol del partido ante el portero australiano Schwarzer.GETTY

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