Partículas aceleradas
El burka es el espejo del alma, y la marea negra de Obama escupe olas de chicanos por encima de la frontera. Vuelven los malandrines, los villanos encapuchados, vigilados por el Tío Gilito desde su montaña de oro, y, en el patio, los cromos de la Barcelona de los quinquis se cambian 10 a uno por los de la Europa de los mercados. Han dado en el cine Iron Man 2, y en esta aventura Tony Stark, que es el fabricante de armas que inventa el caballo de Troya y se queda a vivir dentro, va y suelta que la paz mundial solo tiene garantías en manos privadas. El mundo controlado por seguratas. Afganistán ahora rondado por guardas jurado como un centro comercial. Hay que crear un segundo Hombre de Hierro para esta nueva Edad del Hierro y de las partículas aceleradas. Y por eso Tony Stark añade otro elemento a la tabla periódica, y se lo mete por la herida que lleva abierta en el pecho. El Hombre de Hierro, aislado con su máscara de hierro y su sincrotrón personal, es un guerrero al que pertenecen todos los países del mundo. Tony Stark es una solitaria estrella azul patrullando por aguas internacionales.
Una legión de zombis recorre Europa. Aparecen de madrugada para ver el último capítulo de Perdidos. Zombis con cabeza de administrador de fincas, de profesor de comunicación, de redactor jefe, de abogada, de jueza, de podólogo. Perdidos es el Dallas de nuestro tiempo, pero con oso polar en vez de sombrero vaquero, porque hoy el mundo es más de Greenpeace que del petróleo, que no queda. Otra legión de hombres sin alma y sin sueldo recorre las calles infinitas con megáfonos de mano y pancartas hechas con sábanas. A los griegos les han colado un troyano en los euros, y el artefacto malicioso se ha disparado por la red. No hay cortafuegos ni barricada que pare ese ataque masivo. Ungenio Tarconi ha inventado una nueva arma para Patomas. Una pistola que dispara comisiones. ¡Funciona con éxito! En poco tiempo los ayuntamientos de la periferia han pasado de las Comisiones Obreras a las comisiones por obra. El arma lleva nombre italiano, pero es de fabricación casera.
Viajamos a un millet de años luigi por segundo, para encontrarnos al final una playa con las ruinas de lo nuestro, y constatar otra vez que el planeta no era de los simios, sino de los ricos. El Doctor Zaius, con su barba blanca antropoide y su chaleco de cuero progre, se despierta de su viaje en el mogollón de la carpa de las Ramblas, y toma conciencia de lo mismo. Han vuelto los camisas viejas del hippismo a la carpa, en sus sillas de ruedas de la oficina como veteranos del 4 de julio. Todo es de color, lo dijeron Lole y Manuel, y la gente se lo creyó tocando las palmas en una banqueta de pueblo. Pero lo cierto es que todo es en 3D. Se llenan los cines de ciegos con gafas de cartón, llevan en los bolsillos libros de Ferlosio. Vendrán más años malos y nos harán más ciegos.
Iron Man 2 acaba insinuando el ingreso del héroe en la secta de los Vengadores. Ahí es donde se junta el Hombre de Hierro con el Capitán América, como Lady Gaga con Beyoncé. La justicia infinita ha tocado su fin y llega la hora de la ley del talión. Exigen una reparación los ojos del mundo libre llenos de hombres y mujeres rotos como legañas. Es el momento ya de que vengan los Vengadores con Toni Stark, el Capitán América, la Masa devoradora, la Avispa, el Hombre Hormiga y Mourinho.
"Si me das a elegir entre tú y la riqueza, me quedo contigo", cantaban los Chunguitos. Sin embargo, la gente siempre elige la opción C. La Diagonal está en Barcelona para que entren las tropas de Franco cada equis y se atasquen los domingueros cada fin de semana. La Diagonal no tiene más cambio posible que poner a vivir en la parte de abajo a todos los que viven en la parte de arriba y viceversa. "Si me das a elegir entre tú y mis ideas, me quedo contigo", seguían cantando los Chunguitos, y en esos versos se veía que los restos del idealismo están en los bloques, cuando no están en el talego. Hay cárceles de ideas, como hay cárceles de amor. Los libros son las cárceles donde las ideas nacen, viven en libertad y mueren. Pero el futuro del libro, esto se sabe desde su invención, se sabe desde Cisneros en las piras de la plaza Bib-Rambla de Granada, es el fuego. Quizá para la librarse de las llamas se ha transustanciado el papel en electrónica. Aunque acaso también el lugar más adecuado para ponerse a leer un libro electrónico sea una silla eléctrica.
Narciso Bello es el Gatsby que va a quitarle la novia al Pato Donald. Nada viaja más rápido que la velocidad de la luz de sus ojos. Los ojos del mundo son los ojos de Narciso Bello, que miran por mirar igual que el corazón ama por amar. El amor es una larga hilera de ratones ciegos, que saben el calipso y llevan pistola con silenciador, como al principio de James Bond contra el doctor No. El amor es una perpetua fila de gente que va a Disneyland-París como también se va a Bloomsday-Dublín. Fuera del amor solo hay gente con rayos X en los ojos. Al margen del amor, solo queda Joaquin Phoenix haciendo de Leonard Kraditor en Two lovers. Coexisten actualmente en Barcelona Iron Man y Leonard Kraditor, como coexisten Lluís Prenafeta y Toni Rovira. A ratos, Leonard Kraditor es el personaje anónimo de las Noches blancas de Dostovieski. Sobre todo en lo referente a Gwyneth Paltrow. Con Leonard Kraditor ir al cine es como pasar la Diagonal sin mirar el semáforo. Se expone uno a que le pille un tanque.
Al Hombre de Hierro le había dejado su padre la fórmula del nuevo elemento encriptada en la maqueta de la Disneylandia familiar. El viejo sabe cómo crearlo, pero en su época no existían los medios. Es como el primer hombre que tuvo ideas antes de que se inventara el lenguaje. Las dejó arañadas, pintadas en las cuevas. La maqueta la guarda en el despacho de la empresa familiar su chica de confianza, posiblemente su amor verdadero, Gwyneth Paltrow. Y la Paltrow, esto se ve muy claro en Two lovers, por encima de todo está loca por el Hombre de Hierro, al igual que Clarabella no puede vivir sin Horacio. No se puede ver impunemente Iron Man 2 sin que le atropelle a uno un tanque, o un ERE, o una reforma laboral (una vieja idea a la que ni Gobierno, ni patronal, ni sindicatos llaman por su propio nombre).
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