Los problemas no terminan de crecer

Hungría irrumpió ayer en el panorama financiero europeo como un nuevo e importante problema, similar al de Grecia, según los propios responsables de la economía de aquel país.

Los problemas para el euro se multiplicaron y los mercados de valores y de deuda volvieron a sufrir las consecuencias de los cambios de posiciones de los inversores.

La Bolsa española volvió a ser una de las principales perjudicadas por las malas noticias y el Ibex 35 cerró en su valor mínimo del año, con 8.923,40 puntos, nivel solo superado a la baja el pasado día 25 de mayo, cuando la UE anunció su intención de imponer un impuesto al sector bancario.

El Ibex 35 abrió esta sesión con leves ganancias, producto de los tanteos compradores de los últimos días, pero la posibilidad de un rebote de los mercados de valores se esfumó en minutos ante las noticias que llegaban de Hungría. Para colmo de males, Morgan Stanley rebajó el precio objetivo de los bancos Santander y BBVA, por la situación macroeconómica española. El nuevo precio objetivo de los dos grandes bancos españoles es, según esta entidad, de nueve euros, frente a los 11 euros que tenía antes Santander y los 12 euros de BBVA.

De poco sirvió que la producción industrial de España del mes de abril subiera el 2,4% en tasa interanual, confirmando el inicio de la recuperación, y que el PIB del primer trimestre de la eurozona se revisara a una subida del 0,6%, respecto del primer trimestre del año anterior, la primera subida en seis trimestres. Los inversores, que se habían tomado con muchas precauciones la posibilidad de un rebote de los mercados, ayer no tuvieron ninguna duda en deshacer posiciones.

Tampoco desde Estados Unidos llegaban buenas noticias, a pesar de que en mayo se crearon 431.000 empleos y que la tasa de paro bajó dos décimas, hasta el 9,7%. El hecho de que casi todos esos empleos creados fueran temporales, para elaborar el censo de población, desanimó a los inversores, con lo que el índice Dow Jones perdía el 2,5% a media sesión y caía por debajo de los 10.000 puntos.

La situación en la UE se complica aún más, en cuanto a la solvencia de algunos países, lo que trajo consigo un nuevo impulso vendedor que elevó la rentabilidad del bono español hasta el 4,59%.