_
_
_
_

Denuncia del fiscal contra un centro por maltrato a niñas

Niñas en acogida sufrieron "castigos vejatorios y degradantes"

A las niñas tuteladas en un centro privado subvencionado por convenio por la Xunta, las educadoras les hacían comerse sus propios vómitos y les mandaban copiar mil veces las palabras que usaban con demasiada frecuencia en sus conversaciones.

Este es el testimonio de las pequeñas, de entre seis y 13 años, que vivieron en un piso de las afueras de Ourense, en la calle Río Casaio, el eco de su calvario familiar. Su relato, recogido por la Fiscalía de Menores de Ourense, se ha mantenido intacto a lo largo del tiempo. Primero contaron su maltrato a los inspectores del departamento de Benestar de la Xunta. Se lo repitieron después al director de los centros Lar de Galicia y lo corroboraron finalmente ante la Fiscalía. Siempre fue el mismo. El fiscal imputa al director de centros y a las educadores del piso de Ourense por maltrato.Los cargos que imputa el fiscal al director de la red de centros, Arturo Estévez, y las educadoras del piso de Ourense, Noemí Blanco y Vanesa Fernández -maltrato psicológico y contra la integridad moral del menor- llevan aparejada la agravante, en los tres casos, de abuso de superioridad. Pide para los acusados penas de tres años de cárcel y una indemnización de 11.000 euros para las niñas maltratadas.

La protección del menor, objetivo de los centros Lar quedó, según se desprende del escrito del fiscal, en un mero eslogan comercial. No es la primera denuncia de maltrato que pesa sobre los resposables de la red de tres centros que esta asociación de hogares tiene en Ourense. El año pasado se cerró uno de los pisos, situado en Cabeza de Vaca, igualmente por denuncias de las niñas. "Eran menos graves, pero también maltrato", sostienen fuentes del servicio de Menores de la Xunta, que aseguran que las cuidadoras cerraban con candado la nevera para que las pequeñas tuteladas no accedieran a los alimentos.

En esa ocasión no hubo denuncia judicial, sino solo administrativa, pero el centro se cerró igualmente. El de Río Casaio no fue necesario cerrarlo: la Xunta no le renovó el convenio. Queda en activo un tercer piso, en el barrio de Vistahermosa, sobre el que se ciernen ahora todas las miradas aunque no se han extremado las inspecciones.

El fiscal considera acreditadas las denuncias de las niñas sobre los "castigos vejatorios y degradantes" que las educadoras imponían a las menores. Especialmente a las más pequeñas "cuando se portaban mal", esto es, cuando niñas de siete años se peleaban en la fila del colegio. O cuando se orinaban en la cama. En este caso, eran obligadas a ponerse las bragas sucias sobre la cabeza.

"Los testimonios son espeluznantes", sostienen fuentes del servicio de Menores de Ourense, que hacen hincapié en el carácter privado de estos centros. Una condición que acaba propiciando, en opinión de algunos técnicos, que "prime el criterio economicista sobre el asistencial". "Pagan poco y no exigen demasiada capacitación ni vocación", explican.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Fuentes del mismo departamento de la Xunta aseguran que el entorno en el que vivían las menores de este piso "no era el más adecuado". En las inspecciones se detectó que alguna cuidadora consumía alcohol y llevaba a sus novios a la vivienda, "algo no muy recomendable en el caso de menores que proceden de una vida ya dura", apostillan.

Zarandeos, insultos, amenazas y la advertencia constante de que estaban ahí "porque tu familia no te quiere", eran el pan de cada día, según los testimonios recogidos por la fiscalía.

Los hogares Lar surgieron hace 20 años como fórmula utópica para amparar a los menores con problemas familiares. Un matrimonio vocacional atendía en cada vivienda a un grupo de menores. Era lo más parecido al ámbito familiar.

Pero el modelo, "que partía de una buena filosofía", no prosperó. Los matrimonios acabaron renunciando y las casas quedaron al cargo de educadores "no muy bien pagados y que aguantan pocos meses", señala una fuente del servicio de Menores.

En el escrito de acusación consta que el director del centro Lar no sólo conocía, sino que alentaba los hechos denunciados por las niñas. El responsable visitaba semanalmente las viviendas. Las menores tuteladas le escucharon decir a las educadoras que "dieran un tirón de orejas o un cachete a los niños cuando se portasen mal".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_