Tres días que quitan el hipo
El Mortirolo, el Gavia y una contrarreloj en Verona deciden este fin de semana si David Arroyo culmina su gran sorpresa rosa en el Giro
"Quita el hipo, ¿eh?", dijo, bromista, Emile Georget a los pocos que se atrevieron a seguirle en coche mientras se convertía en el primer ganador en la cumbre del terrible Galibier. Corría 1911. Casi 100 años después, 99, las montañas invadidas por los ciclistas, aun asfaltadas, domadas, domeñadas con bicicletas futuristas, siguen quitando el hipo. Quita el hipo el Mortirolo, donde Indurain sufrió; quita el hipo el Gavia, donde a Perico se le congelaron las manos. Sus historias están tramadas en la misma urdimbre en la que se tejen los sueños de ciclistas sin nombre, sin rostro para los aficionados, que la víspera de las grandes carreras se acuestan pensando que por qué no, por qué no pueden ser ellos quienes acaben de amarillo, o de rosa, tres semanas después.
"Si aguanta en el Mortirolo con los mejores, todo es posible", dice Unzue
El sueño de David Arroyo , de Talavera, que en ambos gigantes dolomíticos, el empinadísimo Mortirolo, el tendido Gavia, se jugará hoy y mañana llevar su sueño hasta el final, hasta la contrarreloj de Verona, el domingo. Detrás de él, no muy cerca, pero tampoco tan lejos, afilando los cuchillos, algunos de los favoritos, Basso, Nibali -la pareja italiana que ayer renovó por dos años con el Liquigas, que extiende su patrocinio hasta 2012 al menos-, Evans, Vinokúrov, Sastre.
"Prudencia, prudencia", reclama Eusebio Unzue, el director del Caisse d'Épargne, como si Arroyo, de 30 años, la persona más tranquila del mundo habitualmente, un ciclista regular, sin ninguna estridencia, necesitara que le recordaran una virtud que lleva practicando toda su vida.
Desde el miércoles de la semana pasada, desde que la fuga de L'Aquila colocara a Arroyo, que llevaba un Giro perfecto de todas maneras -no había caído en las trampas holandesas, no desbarró en el barro de Montalcino, menudo y pimpante entre gigantes-, con una ventaja impensada, Unzue prefirió no ilusionarse. Prefirió siempre negar la posibilidad de que el hombre al que rescató de un equipo portugués en 2005 pudiera ganar el Giro. Aún sigue gozando con el sacrificio de la abstención, pero ya se abre ligeramente a la esperanza: "De todos modos, si en el Mortirolo aguanta con los mejores, si no le sueltan Basso y compañía, todo es posible".
No es una perogrullada, es una forma de decir que la clave de la etapa de hoy reside en que de la cima del Mortirolo a la meta de Aprica hay 33 kilómetros y que si Arroyo pasa solo, sin equipo -intento en el que se esmerarán los del Liquigas- por la cima, aunque fuera a medio minuto, el descenso y el llano final serían fatales para él como sucedió el domingo en el Monte Grappa, como le sucedió a Olano, valiente en rosa, en 1996. Valiente como Arroyo. "Sé que Evans y Basso querrán arrancarme la maglia, pero no les temo", dice Arroyo. "Estoy preparado para la lucha".
18ª etapa: Levico T. - Brescia, 140 kilómetros: 1. Greipel, 3h 14m 59s. 2. Dean, m. t. 18. Arroyo, m. t. General. 1. Arroyo, 76h 26m 37s. 2. Basso, a 2m 27s. 3. Porte, a 2m 44s. 4. Evans, a 3m 9s. 5. Sastre, a 4m 41s. 6.Nibali, a 4m 53s. 7. Vinokúrov, a 5m 12s.
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