"El teatro siempre es diálogo y la Administración pública, monólogo"
Tras siete años dirigiendo fuera de Valencia obras de Carrière, Pinter, Chéjov o Dürrenmatt para centros de prestigio como el Teatro Español de Madrid, el Teatre Nacional de Catalunya, el Teatre Lliure, el Teatro de la Zarzuela o el Centro Dramático Nacional, Carles Alfaro vuelve a Valencia por dos días. Hoy y mañana se representa en el teatro Micalet El arte de la comedia (1964), de Eduardo de Filippo, en una producción del Teatro La Abadía que vuelve a escenificar la difícil relación del poder con el arte. Alfaro asegura que es una obra tristemente contemporánea con un trabajo actoral nada común: "Es realmente hermosa".
Pregunta. ¿Por qué se fue?
Respuesta. Primero, yo no me he ido a ningún lado. Sigo viviendo aquí, empadronado aquí y pagando mis impuestos aquí... y con derecho a reclamar.
"No estamos en los circuitos teatrales del Estado, no digamos europeos" "La cultura es una inversión, no un gasto. Se busca la rentabilidad social"
P. ¿Se trata entonces de un exilio profesional?
R. Aquí no he tenido ninguna necesidad de rechazar ninguna oferta. Es decir, no ha habido ninguna oferta. Afortunadamente me ha ido muy bien fuera. Si no, estaría dedicándome a otra cosa. También es verdad que ninguna de las obras que he dirigido ha sido programada aquí.
P. Quizá es un teatro difícil.
R. Las obras son diferentes y de géneros diferentes. Me es difícil dar una explicación porque es inexplicable que no hayan venido. No es muy normal. Son producciones que sí que han girado por otras ciudades.
P. ¿Ha costado traer esta?
R. El hecho de que venga es gracias a que los actores han renunciado a la mayoría de sus honorarios. Por eso son cuatro funciones en dos días, para aliviar los costes.
P. Luego es que se han empeñado en traerla.
R. Es una producción que si no viniera a Valencia sería anacrónico. La dialéctica de la obra trata precisamente del arte, del teatro y del poder, de la Administración pública. Está escrita en 1964 pero la gente a la salida nos dice que la adaptación está muy bien y tienes que explicar que no hay ninguna adaptación, no se ha cambiado ninguna coma. Lo triste es que ahora nos parezca cruelmente actual.
P. ¿A qué se refiere?
R. Aún estamos con la deuda de encontrar una fórmula de connivencia entre el teatro y la Administración pública. Parece que los intereses son enfrentados. El teatro siempre es diálogo y la Administración pública es monólogo. Eso lo dijo alguien a quien respeto mucho.
P. ¿En todas partes?
R. En ese sentido Valencia es un paradigma de la falta absoluta de diálogo, de estar aún discutiendo cosas que en Europa y otras capitales de España están superadas. No estamos ni en los circuitos teatrales dentro del Estado, no digamos ya en los europeos. No tenemos referencias. Se le está negando al público valenciano todo aquello que provoca subir el listón de exigencia. Los profesionales también necesitamos esa referencia.
P. ¿La obra tiene conclusión?
R. En ella el gobernador piensa que el director viene a pedir ayuda económica cuando en realidad solo pide interés.
P. Y ahora las subvenciones están en retroceso.
R. He leído auténticas barbaridades. Ya rozan la mala voluntad. Lo que no puede ser es que estemos aún discutiendo la rentabilidad en el caso de los recursos públicos para el arte. Entiendo que se busca la rentabilidad social, no financiera. La cultura no es un gasto, es una inversión. No es difícil llenar el Principal con Raphael o Mamma mia, con todos los respetos a las obras, pero la competencia desleal a las empresas privadas es de libro. Lo difícil es hacer esos números con teatro público, aquel que va un paso más allá de lo que pide la ciudadanía.
P. Y luego se suma la crisis.
R. La situación es mortífera para el sector. Van a cerrar teatros. La orden de ayudas es impresentable. Con nocturnidad y alevosía. Modifican las reglas de juego y va a haber una quiebra brutal de salas. Se han anulado una cantidad enorme de bolos. Aunque el teatro no va a morir.
P. No parece muy sano.
R. No creo que haya una crisis de creación. Lo que hay es una falta de oportunidades. No hay empresas productoras de teatro privado, luego no hay ofertas. Un autor, un actor o un director, o se hace empresa o no lleva adelante un proyecto. Eso crea una lógica natural endogámica.
P. Habla de un sector enfermo.
R. Se ha generado algo perverso, la dependencia absoluta de las subvenciones como única posibilidad de oferta de trabajo, ni siquiera la producción pública ha existido apenas en este país nuestro. No hay ninguna productora privada. Formarte ya es casi imposible pero realizarte es inimaginable.
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