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Reportaje:

La indescifrable fragilidad del arte

La Fundación Tàpies confronta las obras de estudio de Eva Hesse con las de dos artistas actuales

Buena parte del arte contemporáneo es frágil, efímero y en ocasiones indescifrable. Artefactos que accionan resortes mentales o emocionales que van ganando cuerpo y capas de sentido con el estudio o la reflexión. Prepárense a ello si entran estos días en la Fundación Tàpies. Casi resulta conveniente comenzar la visita a las nuevas exposiciones por el sótano. Allí el visitante se encuentra con la obra de dos artistas actuales, aunque prácticamente desconocidas en España, cuyo sensible trabajo se ancla en la memoria personal y colectiva de manera directa y reconocible. Rita Verhaeghe (Bélgica, 1950), por ejemplo, que antes de artista fue enfermera, recopila todo tipo de recortes de prensa con los que, además de un complejo y subjetivo archivo, elabora unas obras en las que combina estas imágenes creando especiales relaciones entre ellas o dándoles nueva vida, como en la serie de pequeños cuadros dorados Verticals, en la que la artista "pone en pie", pintándolas en posición vertical, a personas heridas o fallecidas cuya imagen original, naturalmente, era horizontal.

Rita Verhaeghe y Bracha L. Ettinger centran su trabajo en la memoria

Este proceso "curativo" está también en el origen de los trabajos de la artista y psicoanalista Bracha L. Ettinger (Israel, 1948), quien se sirve también de documentos encontrados, sean fotos de familia o de archivo del Holocausto, que trabaja en diferentes capas fotocopiándolos y borrando así algunos rasgos para superponer después sus dibujos o pinturas. Ambas artistas configuran la exposición Alma matrix, paralela y en cierta manera complementaria a la principal de la fundación, la dedicada en su planta noble a los trabajos de estudios de Eva Hesse (Hamburgo, 1936-Nueva York, 1970).

En Barcelona no ha podido verse ninguna gran exposición de la obra mayor -realizada toda ella en el escaso margen de 10 años- de esta artista de culto, de cuya muerte a causa de un tumor cerebral se cumplen 40 años esta semana. Sí han ido apareciendo algunas de sus piezas en colectivas -ahora mismo, una de ellas se presenta en el Macba en el marco de la revisión del trabajo del galerista Konrad Fischer- y su influencia sobre varias generaciones de artistas es evidente.

La exposición, una coproducción con varios centros internacionales itinerante hasta 2011, lleva el descriptivo título de Trabajos del estudio. Y eso es lo que se enseña. Obras pequeñas o medianas, realizadas manualmente, que en su mayoría la artista tenía en su estudio cuando falleció. Briony Ferry, comisaria de la exposición junto con Barry Rosen, dedica un largo artículo del catálogo a reflexionar sobre si pueden considerarse o no obras de arte, sobre si son desechos o prototipos, piezas o maquetas. El visitante se encuentra casi siempre con la misma duda ante unas piezas en las que aparecen muchos de los elementos característicos de la obra de Hesse -materiales como la fibra de vidrio, el látex o el papel maché; formas orgánicas que aluden a vísceras, órganos sexuales, partes del cuerpo...-, pero que muchas veces resultan indescifrables. ¿Era una prueba, un experimento, un juego, una pieza?

Tiene sentido que de forma paralela a las dos exposiciones la fundación haya organizado un seminario, en colaboración con la Universidad de Girona, sobre el papel del proceso en la reciente historia del arte. Más allá de la obra concreta y física, hoy y mañana se debatirán elementos como el proceso de creación, las relaciones entre los objetos y la literatura que generan, y la revalorización de lo efímero.

JOAN SÁNCHEZ

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